El País de los
Turpiales es el primer
libro de crónicas y relatos del humorista y escritor venezolano Eziongeber
Chino Álvarez. Las treinta crónicas que lo conforman fueron organizadas en
cuatro bloques, el primero de los cuales es Memorias, donde el
autor evoca recuerdos de su infancia y su juventud; Sardinas es
el siguiente y se compone de crónicas y reflexiones personales y
políticas; La música por dentro se adentra en relatos de la vida
cotidiana y comentarios sobre noticias, aderezados con temas musicales, de
salsa predominantemente, en El país de los Turpiales se da cuenta
de brillantes reflexiones políticas y existenciales. El personal estilo del
Chino Álvarez compromete al lector y lo obliga a pensar más allá del humor que,
por la ironía, enmascara y hace visible a la vez el dramatismo de las
realidades del país. Y logra eso mediante el lenguaje: uno que asume ese ruido
de la calle, indispensable para el buen narrador.
Blog oficial del escritor Eziongeber Chino Álvarez
domingo, 8 de noviembre de 2020
A LA VENTA DESDE EL 22 DE NOVIEMBRE
REFLEXIONES DESDE UNA MANGA DONDE UN ÑAM ES UN MORDISCO.
Aquí chico, en esta esquina, comiéndome una manga. Me esperan dos más. Tú sabes, reflexionando hondamente... (lavando las frutas, buscando el cuchillo) ... cosas del tipo: "Qué hago yo aquí sentado este ture pensando pendejeras en vez de estar chambeando" O si no, el clásico: "qué nos deparará la vida Diosmíoquerido..." Vainas de esas que bien podríamos llamar "existenciales" tipo pa'ondeagarro. Orondamente y en pleno arrebato filosófico, concluyo en una frase tipo Wayne Dyer: "Es que somos en esta vida, simples peregrinos". ¿Ves la profundidad? Aves de paso. Golondrinas y tal. Hay quien piensa que no quedan más alternativas: hay que ir a elecciones con otros cuzurros (que son los mismos) en plan de Consejo de Sabios. Ajá... (pequeño ñam) ... pero yo concluyo viendo aquellos arreboles, que lo que pasa es que la humanidad se ladilla y manda todo al carajo. Hay que cambiar una cosa por otra. Un bombillo o un sistema de gobierno, la cuestión es cambiar a tu mamá por una chiva, como dicen. Lo peor de la vaina es que estamos convencidos de lo vivos que somos. Avispaos. Antes lo teníamos todo. Ahora los venezolanos hasta juegan dominó en las colas. Grandeeee... Pero esa inmensa pendejada de creernos la refulgencia en persona... (Gran Ñam) ...nos ha metido en la mamá de los peos. Y eso mi pana que se nos secó el gaznate de tanto que lo advertimos. Te digo...
(Picando la segunda manga en cuadritos como me enseñó mi abuela) ...no somos más que conchas marinas que un día se disolverán en una playa que algún hijo de puta pisará rascao y cantando rancheras. Oh, sí. Las amebas por viejas son más sabias y aún así pensamos que a nosotros por ser humanos, nos asiste un artificio extraordinario y que por eso estamos muy por encima de las leyes y de otras personas: neeexxxt!! que venga una revolución, después hablamos. Demasiadas ínfulas. Simplemente somos el ripio residual de otros enclaves y otras gentes y... ¡ñam! ...memorias, neuronas y denditras con piel además de ojos y piernas: un perfecto callejón existencial que camina, imagina y piensa.
Creo que hoy asaltaron el decanato de la UDO Núcleo Anzoátegui. Nos quitan hasta nuestra razón de ser pero en los Estados Unidos, "la cosa está muy jodida", dicen. Muchos manifiestan en forma digamos atildada y dando uso a la libertad preconizada en esas tierras. Otros toman parte en favor de que se haga justicia de la negritud en modo vandálico, y cientos de personas más afirman... (Ñaaaammm, Ñam, Ñam, Ñammmm) ... que hay que arrancar de raíz el problema. No tienen ni idea pero sentencian como si supieran de lo que hablan, que yastábuenoya de congresistas y Capitolios. Afirman que la democracia es una vulgar mampara del capitalismo. Que nada, quitar a los malditos y poner gente bonita. Que hay que acabar a los políticos e implantar una verga progre nuevecita razón por la cual destruyen lo que tengan a su paso para mandar el mensaje de que la cosa va en serio.
No obstante, después de dar tanto bandazo, hay algo que sabemos los latinoamericanos de por aquí ya bastante duchos en todo lo referente a golpes de estado: lo que allá está sucediendo afecta a todo el Hemisferio Occidental. ¿Ultrosos chavistas en los Estados Unidos? Fin de mundo mijito. Llamarlos comunistas es demodé. Ubicarlos en el pensamiento extremo de Irán me parece que también. Son, a su manera, todos a una. Como Fuenteovejuna. Al respecto de eso... (Ñam grandote, servilleta carupanera para borrar vestigios) ...es todo lo que diré. Unos ubican a Trump al lado de Maduro, locos los dos. Otros dicen que el problema es la tirria que le tiene el planeta entero a los Estados Unidos. A mí lo que me parece es que lo que sucede en el mundo no es coba y que los extremistas nos agarrarán de sopa. ¿Será que esperamos a la Billo? ¿Será que perderemos el chivo y el mecate?
Y váyalo.
Por ahí van los tiros.
Botar conchas, sacarme las tiritas de mango de los dientes, lavarme las manos y cepillarme.
La tercera manga, ya sabes. Papola. Luego sigo.
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jueves, 29 de octubre de 2020
CREENCIAS
El profesor Joubert siempre
pedía dos cuadras más. Una cuadra más. Doscientos metros más: - Hay que tirar
la bala lejos, decía. Le puse un mundo durante los ensayos y lo logré, pero,
llegado el gran momento cuando arribamos a los muros de la Catedral de Cumaná,
simplemente no pude dar otro paso. Y
menos sostener al gordo. La historia comienza tres meses antes, a principios de
enero de 1975. Por esos días algunas
compañeras de clase como Franca Caserta o Francis Mery, ya hablaban del asunto
hasta por los codos. Que buscaban gente para la banda, decían. Que al irse los
del sexto grado del año lectivo anterior, ¡Nos tocaba a nosotros!. Al día siguiente, así como dicen, por obra y
gracia, se presentó en el salón una monja joven llamada Teresa con el fin de
recordarnos la importancia del asunto sacro aquel de la Primera Comunión. Casi todos levantaron la mano para tomar el
curso de Catecismo. Digo casi todos porque yo no me anoté cuando a mí en
particular me preguntaron. Que no. Que:
-En mi casa no creen en eso de estatuas de santos, ni en curas con vestidos
respondí erguido como un clavo. Mi reacción produjo que la clase me mirara con entrecejo molesto, menos la Hermana que con
su sonrisa santa respondía que entendía,
que entendía.
Se va la monja, nosotros que
leemos alguna cosa en el libro Arcoiris y en eso llega el profesor
Joubert. Las demás educadoras eran tan sólo maestras, pero Joubert, era el
profesor de música: una cosa muy distinta. -Estamos organizando la Banda
Escolar para este año..interesados, levanten la mano para el examen...
-dijo. Lo que sucedió después, podría perfectamente encuadrar en lo que hoy
conoceríamos como el propio cogeculo, pero ¡vamos! que hablamos desde la
ternura de mi escuela, la República Argentina. Ganándome todos en velocidad, pasó que me
engatillé en la respuesta y no pude decir ni ñé en la repartición de las plazas
para redoblantes y granaderos. Y no
quería ser trompeta. Las liras y los platillos eran para las niñas: -Muchachos, sólo queda el
bombo...¿candidatos? Nojoda, yo pues!, Pensé muy decidido, levantando la
mano. Al decir esto, me pareció que mis compañeritos de clase podían ver en el
futuro, el trato cruel e injusto que la vida me depararía y pusieron la cara
conmiserativa y solidaria de la Hermana Teresa aquella que entendía, que
entendía.
La primera vez que vi al
gordo, no me pareció difícil.
-Álvarez, dijo el profe, es
cuestión que te acostumbres al peso. Ayúdate con el arnés y pon la espalda
derecha. Ahora que lo pienso, el bombo vendría a ser como aquel niñito adiposo
y a veces incomprendido: ¿Estaría para siempre el gordo sentado en el rincón de
las arañas que tejen y destejen sus tristezas?
El Gordo. Así lo bauticé.
Adaptarse a un instrumento tan
voluminoso como el bombo no es cosa fácil qué va. Yo tenía que lidiar con él y
con los tempos perfectos de la marcha sin perder el paso y eso mi pana, no era
cualquier pendejada. Que los ensayos
fueran en enero, febrero y marzo, hacían la cosa más llevadera. Durante esos
meses los vientos trapecistas venidos de la fosa de Cariaco le pasaban por
encima a nuestras casas y llegaban al ensayo en la avenida Gran Mariscal para
ayudarme entre sus brisas con El Gordo.
Abril.
Se acercaba el evento
principal. La confección de los uniformes tardaba y Joubert entraba en crisis
con el paso de los días. Él sabía que estaríamos preparados, que los uniformes
llegarían a tiempo, pero algo le preocupaba y me miraba con cariño como solo se
mira a un perro fiel y bueno.
Miércoles Santo. 9:00 de la
mañana.
Todos uniformados y
desayunados. El profesor Joubert ordena la partida. ¿La ruta trazada? Av. Gran
Mariscal-Redoma de la antigua PTJ-Av. Gran Mariscal-Calle Montes-Catedral. ¿Facilito?
Eso era lo que yo creía. Ah, pero había
un detalle: El sol tan arrecho. Y sin que pegara una brisita de esas de
principios de año. Otro detalle: El uniforme era un sauna. Chaqueta cerrada,
gruesa, manga larga con su camisa y franela, sombrero de copa alta, pantalón
con igual tela y botas altas. Para cuando íbamos a la altura de la Calle
Montes, yo iba boqueando… verga, descansan las liras, descansan los
trompetas pero el gordo nunca y yo que lo cargo a él... Adelante, la imagen
de Jesús, la banda marcial del Batallón Mariño 52, la banda de Las Carmelitas,
del Santo Ángel y en el quinto coño, nosotros botaos.
La verdad sea dicha.
La procesión se detiene un
poco para que la alcancemos, llegamos graniaos a la Catedral y como te digo al
principio, no pude dar un paso más. Abotagado y casi sin sentido producto todo
del calor extremo, creí sentir al profe agarrándome por el arnés cual pollito y
allá en las escalinatas de la iglesia, estaba parada la monja que entendía, que
entendía, mirándome preocupada. De pronto reacciono y estoy sentado en una de
las bancas de la iglesia, miro un pitillo que se acerca a mis labios, una malta
friíta y a la Hermana Teresa a mi lado brindándome cuidados como de madre.
Nunca podré olvidar eso. Ver a mi alrededor y maravillarme, fue la misma cosa.
Nunca había visto yo una iglesia católica por dentro. Todo era brillante y todo
me cautivaba. Pisos lustrados hasta la exageración, la madera de las bancas
pulidas con toneladas de aceite Teca y una hermosa monja que me leía cada
pensamiento y que entendía, que entendía. Hablamos me parece, que de muchas
cosas hasta que nos despedimos, y con el pasar de los años nos vimos muchísimas
veces. Hace poco supe que murió y lo lamenté bastante. A mí me desarmó
encontrarme con una persona tan dulce y tolerante como la Hermana Teresa y eso
pues, es muy difícil de olvidar.
Me enfilé hacia la puerta de
la Catedral preguntándome cuántos meses duraría el chaleco de mis panas, pero
no. Todos me abrazaron en sonrisas, montamos los instrumentos en un camión y
nos fuimos juntos a comernos un sanguche con su fresco que nos brindaron en El
Consulado. Esta va para muchos amigos que profesan como fe el catolicismo y
para tanto cura que cuidando gentes en todo el mundo han perdido hasta sus
vidas. No he dejado de lado las creencias que me sembraron, pero si me
preguntaran, diría que soy hoy por hoy, el más católico de los protestantes.
O al revés.
sábado, 17 de octubre de 2020
EL TIEMPO DE LOS BURROS
Pueda que estas nobles bestias no tengan un 'Día' para festejar su existencia. No tienen "su" día pero todos los días tienen los borricos una hora señalada en Venezuela.
viernes, 9 de octubre de 2020
EL PAÍS DE LOS TURPIALES
Échale un camión de bolas.
Lo pasa en nuestros predios no tiene padrote. Eso es seguro. Como al escribir se puede pasar en un tris de Colón a la cueva del señor Morocoima -que llamamos "del guácharo"- y de aquí a Bolívar y de aquí a las ridículas guerras que lo sucedieron hasta los tiempos de Gómez, sólo diré que Caracas no está tan lejos ni los machos tan cansaos. Ellos que se empeñan, huyendo pa'lante. Han quemado barcos y no tienen vuelta. Cobardes codiciosos que matan y joden: Imperial Decreto. Por lo tanto construyen un mundo de caraota plástica donde no hay desgracia, los muertos de hambre son pura falacia. Vacílate: Están a tirito. Podrían asfaltar toda la autopista Francisco Fajardo con la Nutella que importan los Bodegones creyendo que con eso la tienen ganada. Podrían regalar toda la gasolina que queda en la pimpina y seguir y seguir hasta que no les quede otra cosa que empeñar las nalgas.
Podrían.
Pero no podrán.
Allá en los cerros neblinosos de Sucre, tenemos hermanos: son los turupiales. Y cantan bonito. Cuando uno se cansa, se le acerca otro que le va diciendo con un taparazo: ¡¡¡Piquiti!!!. "Póngase ríspero, que nosotros volamos nojoda, aunque la rama cruja".
Contemplar nunca será suficiente.
Lucha.