martes, 19 de octubre de 2021

PRÓXIMO CURSO

 


EL EXTRAÑO CASO DE LA PEPITA ASESINA





Aunque no entienda muy bien el concepto, resulta que en muchas partes del mundo está entrando con fuerza el otoño. Nosotros en Cumaná, nunca lo conocimos. Simplemente pasábamos del palo de agua arrechísimo al calorón insoportable en un santiamén. Como todos, incluíamos eso tan raro en nuestros fraseos habituales, tal cual aquello del "galán de otoño", de honda tradición venezolana. Igual, contábamos con el famoso "pinto en verano, pinto en otoño ..." Así, por escrito, no sabe a nada. Pero si le agregas la musiquita de Pinturas Pinco-Pittsburgh, es otra cosa. Estas jodederas, antológicas y propias de un pueblo lindo, ingenuo y puntilloso, era la picaresca que necesitábamos para orinarnos de la risa por cualquier zoquetada. Igual, con el pasar de los años, aprendimos, leyendo la Cosmopolitan de la pure, que existía en otras latitudes eso de la Colección Primavera-Verano. O la de Otoño-Invierno. Coño... Nosotros por toda moda, usábamos pantalones largos para impedir que los zancudos nos devoraran y listo. De resto, chores cortos y zapatos tipo tennis a los que desde siempre hemos llamado guachicones. Y nada hay en esta vida, como el discurrir de una tarde con los panas sin mucho protocolo. Cataco asao con casabe, limón, una birra y varios tobos full de ostras. Un frascoeron, un cuatrico y varios tures. Una esquina con su poste y parelones. Cosas, como la del señor del Ministerio de Sanidad que llegaba a mi casa todos los años a vacunar a los perros contra el mal de rabia. Claro, era el mismo señor del Ministerio de Sanidad que tuvo que vacunarnos, porque agarramos un perro de la calle que presuntamente tenía mal de rabia:

-Que me des el perro, chico. Hay que sacrificarlo.

-¿Y por qué coñonojoda? ¿Y cómo sabe usted que Blaky tiene rabia?

-Para saber eso, hay que sacrificarlo.

-Qué arrecho. Quiere decir que nos vacunará nosécuántas ampolletas de combiótico en la barriga y va a matar a mi perro, pero no está seguro.

-...mijitico, estudia Derecho, estudia.

Bueno, eso hice. Estudié leyes. Mucho antes de la Uni, recién llegaítos a Cumaná, mi papá, que era gerente del Banco Unión, nos llevó a conocer el Bowling. Adentro, las canchas espejeantes y todo bien bonito. Del techo pendía un letrerito rectangular agarrado con dos cadenitas, que reconocía la hazaña perpetua del Toto Hernández porque un día en pleno campeonato, metió 12 strikes seguidos que son 300 puntos. Admirable. El letrero permaneció allí por todo el tiempo que viví en Cumaná. Esa tarde del bowling, conocimos también, al señor Alfonso Puig, amigo de mi viejo y cliente del banco. Ellos por allá, toma que te toma, mientras que mi hermano Leo y yo, nos hacíamos panas de los hijos de este señor Alfonso, es decir, de Tatión y de El Negro. Todo iba machete, pero justo cuando nos enteraban de una información muy valiosa relacionada con esa cosa extraña que llamaban cangrejera, se prendió una discusión entre el señor Alfonso y mi viejo, todo producto de los tragos. Los cuatro chamos, que mirábamos a nuestros padres diciéndose de todo menos bonito, lógicamente nos pusimos rísperos. Ahora Tatión nos veía con la cara malévola de Bud Spencer, Leo tenía mediíto al Negro y todos veían la bola de bowling que yo tenía en las manos. ¡Ja! Les ganaba de calle. "Vaina e' pelao, pero ya, todo tranquilo" anunció Gregorio, el mesonero. Pasada la tempestad, de vuelta a las serias cuitas de Tatión desde la altura de sus 12 años de edad:

-Señores, señores. Recuerden el Caso de la Pepita Asesina. Hay cangrejeras mortales. A un señor de Caigüire Arriba, le mocharon el pipe de cuajo y murió desangrao. 

Vercia, de cuajo. La imagen de la Pepita Asesina me perseguió por muchos años. Supongo que los recuerdos se hacen más llevaderos y no me queda otra cosa que seguir bogando mar adentro en mi memoria. Todos encuentran maravilloso ese asunto de hacer el amor en la playa. Y el mar allá, a lo lejos, testimoniando la eterna adoración que se prometen. Pero si es a rin pelao, deteneos. No hagáis tal. Llevaos un petate. La arena no es amigable para esos menesteres y os lo hará saber. No me trates de convencer, que yo he probao. Te habría recomendado más bien el Automotel. Era cómodo, limpio y estaba ubicado en el quinto carajo. Es extraño, pero ese era el sitio donde todos nos conseguíamos pretendiendo no conocernos. Un juego tonto, porque allí unos y otros refocilábamos por igual en medio de una casi inexistente precaución.

Cuando el Betamax llegó a Cumaná, causó un furor inusitado. Su éxito era solamente comparable al auge que tomó el KP-9000, aquel reproductor de la Pioneer. El VHS amenazaba con llegar el año próximo pero mientras tanto, las sesiones de "Behind the Green Door" en casa de Raúl Salmerón. Najada. Tendrías que conocer a nuestro Raúl, un amigo del carajo. Sus historias siempre se anunciaban así: "Coño, Chino...chamo, tú sabes que una vez..." Y por ahí se espepitaba. Lo mismo sabía de historia, que de letras, que tocar cuatro. Sus cuentos eran de órdago, pero yo quería ver en acción y cuanto antes, el prodigio de una peli en formato Betamax, que de paso, se trataba de mi primera porno. Coño, qué impresión:

- Echa patrás, párate y vuelve a echar patrás. Ajá. Irga, ahí.

- Chino, despégate. Hay que hacer la vaca pala gavera de cerveza. Date, toma el billete, que estén frías. 

-No. Anda tú. Ajá. Pon la vaina, marico. 

Para sacarme de la tórrida escena in comento, Raúl empezó a contarme la historia de la llegada de Amyas Preston a Cumaná. De las bases que aún se ven en el mar de lo que alguna vez fue la fortaleza erigida por Jacome Castellón. Por último, a torcer por el asunto aquel de la composición química de la arena en la playa:

-Coño, Chino...chamo, ¿tú sabes de qué está hecha la arena?

-Nojoda, Raúl...

-Hay roca pulverizada, es cierto. Pero además, se ha demostrado la presencia de restos de dinosaurios y toda suerte de bichos. De manera que cuando tú vas a la playa, estás parado sobre millones de millones de millones de siglos, de historia y de evolución. ¿Qué te parece?

-Nojoda, Raúl...

sábado, 28 de agosto de 2021

PRÓXIMO CURSO

 


FRUTA SIN A

 Fruta sin A.



Francamente no recuerdo donde lo leí ni hace cuánto, pero a mí me quedó claro el mensaje: A los seres humanos no nos une con el mismo interés una guerra. O un tumultuoso evento de masas. Concurrimos a uno u otro por cumplir. Cumplir con la cita revestida de un propósito muy importante. 

No digo que sea cierto pero si es así, la melcocha que nos reúne desde que andamos echando vaina en este mundo, es una buena historia. No tiene que ser una sesuda reflexión pitagórica. 


Basta con que sea buena.

Es que tenemos amplia experiencia en hablar zoquetadas y eso arranca justo desde los tiempos en que no sabíamos si éramos homínidos o humanos propiamente tales.Así será de importante. 

Inclusive antes de eso, las historias que nos contábamos los unos a los otros quedaron plasmadas en las paredes de una cueva cualquiera, llena de bisontes, mamuts, jirafas y un hombrecito trocado en valiente cazador: Allá va el carajo.

Habrá que imaginarse, por ejemplo, a un grupo de humanos medio vestidos con pieles y reunidos alrededor de una fogata poniéndose al día con los avatares de un acontecimiento en particular. Un tigre merodeando, ponte. Pero además, estos grupos contándose cosas, adquirieron plena conciencia de los tiempos: se contaban historias y chascarrillos o jugaban palito mantequillero porque precisamente había un mañana. Si así no fuese, nada tendría sentido.

No se celebraran nacimientos ni se recordara al viejo piache que murió arrugado como una pasa ni se rezara por el eterno descanso del alma de nadie. Sin contarnos pendejadas, no existirían las ciudades, ni nos hubiésemos organizado en las riberas del río Tigris para subsistir. Y es que yo no entiendo por qué algunas gentes asumen a la historia con cosas que tienen que ver con esas vainas remotas y remontadas en los primeros timotocuicas. Tenemos futuro, esa es la historia.

Chico, la gente en todo tiempo se reúne a contarse pendejeras pero resulta que si lo hacemos nosotros por aquí, no falta el que critique que en vez de eso, deberíamos estar haciendo bailoterapia. O echando fli pues. O abordando las profundas y abismales cosas del intelecto y de la reflexión que te cuento: a mí eso me encanta aunque no lo capte mucho. Con todo, hay quien no acaba de entender que los seres humanos fuimos concebidos para estar juntos, así sea jugando Fruta sin A. O contando cuántos triángulos hay en el triángulo. Dígame el de la letra (defíneme con una letra y yo te asigno otra y así ad infinitum). Todo se vale. La poesía, la filosofía, la historiografía, jugar carga la burra con los panas y decirnos 100 groserías en tres palabras. Es necesario sabernos unidos y mucho más en esta pesadilla tan pesarosa.

Que Alfredo Padrón monte sus fotos del confinamiento. Que Andrés Urzua joda el parque como él solo sabe hacer. Que Paúl nos hable de iconología religiosa o que el señor Eduardo nos hable de como conoció a Betancourt. No olvidar los post de José Pulido y menos, los de Cinzia.Todo eso es importante porque le damos sentido a esa humanidad que nos acompaña desde los pininos de la prehistoria.

¿Tenemos miedo? ¿Quién no? Yo estoy cagao. No sé cómo cubrir un montón de vainas pero si me invitan a buscar un artista por la R, Rubén. Roberto Carlos. Roena, le zampo. Me río. Gozo un bolón aunque me sienta como un músico de planta en el Titanic.

Coño pero cómo hay gente seria. Les molesta la diversidad que tienen que calarse en su página de inicio. Quieren hablar toltaim del coronavirus, como si no supiéramos que en eso o en el grave problemón que tenemos con ese autoritarismo que se cierne, nos va la vida. No sé quién les dijo que lo superficial no importa pero salen con esa de que las "simplezas ramplonas" que nos reúnen en el FB son una ladilla. Esas cosas tan simples o gafas mi pana, son tan necesarias como los documentos que conforman la investigación contra la narcotiranía madurista. Liberar esa presión tan arrecha, es vital en estos tiempos.

Chico, tenemos que asumirnos como en La Leyenda del Horcón:

"Llovía torrencialmente en la estancia del Horcón, como adornando el fogón, estaba toda la gente": toda, todita la gente. ¿Cacháis? Deje vivir mi hermano que la gente somos todos. 

Amoróchense, nojuegue y me dejan un laíto.

miércoles, 11 de agosto de 2021

EL CUARTO DE LO IMPOSIBLE


 El Cuarto de lo Imposible.

Eziongeber Chino Álvarez


No hago devaneos entre lo bueno y lo malo. Eso es un fastidio. Pero por decirte, mi abuela casi no entraba a la cocina. Mantenía todo limpio y en orden eso sí, pero de cocinar, muy poco.

En nada se parecía a otras abuelas que yo he conocido que se desviven por complacer a sus nietos con ricos manjares y tal.En el caso de mi abuela, ella compraba golosinas y refrescos patoelmundo, y ya. No, no era una abuela millonaria. De hecho, su existencia estuvo marcada por esa vaina rara de saber compartir lo poco entre muchos para que nadie peleara. Tú sabes.

Todo en ella a mi siempre me pareció un poco raro con respecto a los demás y eso me encantaba. ¿Mi abuela sin maquillaje, rímel o perfume? Imposible. Para ir a la iglesia por ejemplo, nada de zapatos bajitos sino tremendos tacones bien puyúos. Es verdad que yo la conocí siendo abuela con todo lo que comporta ser una abuela digamos, convencional: cabellera blanca de abuela, besos y arrumacos de abuela y sus oraciones y pujos celestiales por hijos y nietos que como sabes, también son cosas de las abuelas.Al menos de algunas. 

Supongo que la tuya también bailaba Charleston y caminaba como María Félix así, toda faramallera como mi abuela Ignacia. He despertado de pronto pensando en ella, lo cual no es raro. Me ha parecido haberla visto en un sueño hace un momento como un fogonazo, digamos. Haciendo un breve resumen, mi abuela era un poco excéntrica y acaso todo eso se debía a su afición por las letras.Después de todo ser poeta -que era su caso- entrañaba consecuencias. Eso la hacía un poquitín diferente.No perteneció a círculos intelectuales capitalinos ni publicó sus trabajos. Solo que, mientras sus amigas tejían crochet, mi abuela escribía. Todas pasándose recetas, y mi abuela haciendo cuentos. Era su mundo.

En fin, una locura absolutamente compaginada con las obsesiones de mi abuelo por la pintura.Mi abuelo por las tardes, construía hermosos parajes provinciales burbujeantes en verdes y amarillos. Pero mi abuela...ay... allá en su estudio, al que llamaba "El Cuarto de lo Imposible", en el que las letras parecían bajar por las paredes para ir a columpiarse entre sus dedos hasta que al fin se zumbaban en la piscina del papel en blanco en donde la nada se convertía en algo poquito a poco. Era increíble.

Los nietos siempre andan echando broma. Jodiendo pues. Ese ha sido por siempre su sino. Pero en el "Cuarto de lo Imposible" no se permitían echaderas de vaina, qué va. Tampoco en la sala que era la incómoda estancia adonde relegaban al abuelo por las tardes. El pobre. A mí me gustaba mucho mi abuelo.Me veo de niño sentado en un taburetico provisto de lápiz y papel tratando de hacer lo mismo que él...pero al rato me fastidiaba. 

Así que arrastrando el taburete me iba con mi abuela a escribir mis cosas orondas. Importantes. Con cuatro años de edad, ir un poco más allá de las casitas de picket fences y vacas con cachos en forma de pájaros, era todo un éxito clamoroso para mí y para mi abuela. Son de esos jolgorios de almas que se parecen tanto que no logran olvidarse. Seguramente por eso, me encanta que venga de vez en cuando. He contado aquí, que de chamitico estuve hospitalizado por siglos según recuerdo (aunque sólo fuera por un mes). Yo no quería ver a nadie más que no fuera mi abuela Ignacia, hasta que al fin llegó con su sobretodo rojo de gamuza, sus tacones, su perfume, su rostro hermoso de lirios y sus ojos muy azules.Que bailara Charleston frente a médicos, enfermeras y pacientes como un regalo para mi, fue más hermoso que una navidad con todos sus perolitos.

Ahora mismo es demasiado temprano para despertar pero demasiado tarde para volver a dormirme. Llego a un claro verdoso y brillante. Desde el follaje lleno de recuerdos, estos me siguen con la mirada.

Y sonrío.


(Mi abuela Ignacia D'aubeterre. Circa 1934)

22 de agosto de 2020

SOBRE EL PAIS DE LOS TURPIALES


 Jose Rafael Malpica Materan:

Termine de leer El pais de los turpiales. Si no lo han leido, recomiendo lo hagan. Aguda critica social con humor criollo y salpicado de conocimientos de cultura general y sazonado con lexico de barrio oportuno.

lunes, 26 de julio de 2021

EL CUARTO DE TULA




 

Morir de hambre es también morirse pa'lapinga, como dicen por allá. Se afirma y se propugna como un logro fundamental de la revolución, el hecho de que la tasa de muertes por mano ajena, es muy baja en Cuba. Que la gente le perdió el gusto a algo tan vulgar como el homicidio y que morirse así, tan feo, quedó proscrito por Fidel y sanseacabó. Yo no estoy tan seguro de eso. Te confieso, sí, que escribir "homicidio" en franco descontexto con "Fidel", me parece una contradicción impertinente, puesto que si tú impones un criterio, una bota y de paso hay que bailarte pegao hasta el mero día de tu muerte, eso mismo significa que matarías a quien sea con tal de atornillarte en el poder, como de hecho es así. Inclusive te atornillarías después de muerto a través de tu descendencia, lo cual constituiría un acto de prestidigitación más arrecho que cualquiera de los de David Copperfield. Eso es mucho decir. Un truco admirable eso de considerarte el pájaro guarandol del comunismo y al mismo tiempo el monarca absoluto de la güevonada. Rey al fin -y a rey muerto, rey puesto- serían tus sucesores los que se chupen un país entero de cabo a rabo hasta el final de los tiempos. No lo lograrán. ¿Estos tipos en Cuba? los carajos se han ido comiendo la isla con la prosopopeya y el caché que otorgan 62 años sojuzgando y ahorcando a su propia gente, poco a poco y frente a todos. No es que antes que el barbudo llegara el mundo fuera perfecto para los cubanos, claro que no. Pero el tipo se empeñó en destruir al menos tres generaciones de sus connacionales y lo logró. Para colmo de males, el tipo exportó su idea. Ese pastiche se lo compró un pocoe'gente "y aquí los tenemos hoy" como diría Ali Primera en la canción aquella. Ni Mr. Croc, el inventor de la cadena McDonald, llegó a tanto.

Escribo esto con temor de que asesinen personas allá en Cubita la bella, pero te aseguro que la esperanza me lleva con ella. De calle.  Escribiendo, en el interín me he preguntado cuál será la distinción entre morir en un mugroso hospital público cubano a causa de cualquier pendejada, a que te maten de un sólo pepazo como a un perro por tu empeño en huir de una tragedia tan inmensa. Yo no encuentro ninguna diferencia. Gentilmente te invito a que imagines, en base a esta afirmación mía, la cantidad de muertes que genera una dictadura. De plano, ahí cabe un coñazoe'gente. Decir régimen cubano, es decir régimen venezolano, que es decir régimen nicaragüense. Tanto ha sido el afán de hacerse con el continente que han tenido que vivir de aterrorizar a sus propios ciudadanos para que se conformen con la miserabilísima vida que han llevado hasta ahora, mientras ellos se encargan de colonizarnos aquí y allá. Son unos malditos. Usted pone a Díaz Canel y a Maduro en una foto y se enmorochan en una gota de mierda. Coño, perdóname esa. ¿El cuarto de Tula, agarró candela? Todo tipo de crímenes ha cometido la dictadura cubana. Nada le ha importado con tal de regar la especie: lo que sucede en la vida real de la isla es mentira, y vale más que creas en la fantasía de franelita del Ché con su boina uniestrellada. Diaz-Canel Singao.  Te agarraron fueraebase.

Y qué pasará ahora, te preguntarás con justa razón. Seguramente la dictadura cubana está analizando la situación en detalle, pero igual entromparán. No se quedarán con esa. Sopesan cada decisión. Miden por encima de todo, cómo les afectará ahora vivir de una mentira mil veces repetidas en el mundo exterior. Asesinos. En los vídeos no se aprecia un solo líder sino el vuelo como de cientos de miles de estorninos que son esas aves que ejecutan su danza aérea sin un fucking líder. Es el Principio de la Sardina. Es tener la convicción de una pequeña sardina que crece en dignidad y en coraje cuando se junta con muchas otras. Lo que sucedió hoy 11 de julio de 2021 importa. Nos importa como venezolanos. Nos importa como seres humanos. Rescatar hoy a Cuba es lo que realmente interesa, que si esto se logra, la idea masturbatoria de que se puede dirigir  una nación o un continente afianzado en la mentira, en la fuerza y en el crimen quedará atrás, en el más remoto pasado. Hay que sumarse a Cuba porque queda claro que la sola idea de ser libres es inherente a todo ser humano sin importar el tiempo que se permanezca secuestrado. Latinoamérica libre de los miserables que nos oprimen. Menos que eso, no queremos.

 

viernes, 18 de junio de 2021

LEER EN LOS TIEMPOS CRÍTICOS (EL LECTOR QUE SOY)

 


 

Tuvieron que labrarse un arte de vivir en tiempos de catástrofe, para nacer una segunda vez, y en seguida luchar, a rostro descubierto, contra el instinto de muerte que está activo en nuestra historia.

Albert Camus

 

Esas palabrejas bonitas y esperanzadoras que te dice la gente cuando estás de malas. Una que yo recuerdo ahora con mucho cariño, es aquella de “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Te digo, prácticamente no había en todo el piso cinco, una sola persona que no se acercara a mi cama -que de muchas maneras era mi celda- con esas y otras lindas expresiones solidarias. Típico. Naturalmente, cuando tú tienes seis años y estás confinado a una cama y el médico lacónicamente le desliza entre susurros a tu madre que tu estancia en el hospital puede extenderse hasta tres meses más dependiendo de la evolución de tu pierna y de que -por vida de Cristo- entiendas que debes quedarte tranquilo, cualquier bonitura que te digan te suena a mentada de madre.

La situación era seria y desconcertaba a mis padres debido a la particular circunstancia de que el correr, el saltar y, en una palabra, el estar siempre jodiendo por ahí, era mi sino característico y por eso mismo tenía que pagar el precio en el Hospital Miguel Pérez Carreño. Nada, que había que “inventarse una”, decía mi padre. Una tarde en que la abulia me abatía, llegó de visita mi abuela Ignacia. Ella, ahora que lo pienso, no podía ser de este planeta. Decía, por ejemplo, que una mujer debía caminar con el garbo de una señora llamada María Félix. Que había que usar tacones todo el tiempo. Que el sobretodo era fundamental y que, por añadidura, una mujer tenía que saber leer. Sí. Leer: el gran misterio en el que ella abrevaba allá, en “El Cuarto de lo Imposible”, como llamaba a su estudio.

Esa tarde gloriosa, tocó la puerta de la habitación, dio las buenas tardes a los presentes y comenzó a bailar charleston, su rutina preferida. Mi alma zurumbática comenzó a sonreír al besarme mi abuela entre arrumacos y poniéndome encima de la panza un gran bolso atapuzado de regalos. Libros. La cosa iba de libros empastados y aunque no tenía el hondo significado de cuando Primo Levy le leía a Pikolo, su compañero de infortunio en Auschwitz, trozos y trozos de “La Divina Comedia”, puedo considerar a “La Cabaña del Tío Tom” como el primer libro fundamental de mi vida a pesar de la parquedad del texto condensado y la profusión de imágenes. A muchos les parece curioso que me iniciara con un libro tan triste en el que un viejo esclavo del sur de los Estados Unidos sufría vejaciones y abusos, pero por razones que ignoro lo preferí al amor infantil que Becky Thatcher sentía por ese genial pilluelo llamado Tom Sawyer. Y ni hablar de los niñitos en “Corazón” de D’Amicis.

Creo que, de alguna manera, todos buscamos impregnarnos una y otra vez de aquellas emociones conforme al viejo artilugio de tratar de hacer memoria sobre ese desvencijado primer libro. Sentir, por ejemplo, el coraje de la niña Evangeline, amiga del viejo esclavo cristiano de Kentucky, o la furia de Acab el marino iracundo que, resuelto, se enfrentó a la gran ballena blanca. Un sinfín de historias marcaron mi infancia atribulada y en todas quiero buscar la huella que la lectura ha dejado en mí.

Un poco más adelante, a los trece años, “Jesús de Gramovén” era el libro más comentado en los círculos “intelectuales” de mi primer año en el Ciclo Básico Común. Arribar al bachillerato, era motivo de orgullo y conocer la historia de este Jesús caraqueño, de barrio y de escalinatas, era preciso. Jesús de postes de luz mil veces meados y de mucho  malandreo, la palpitación voluntariosa que nos traía un nuevo mundo deambulaba en algún rincón de las mentes de todos los que más o menos leyeran y allí estaba yo, que sin ser el primer chicharrón de la vaina, ya me sabía al caletre “La leyenda del Horcón” y los fríos cordilleranos de la loca Luz Caraballo. Ojalá que todo aquel que tome un libro entre sus manos, lo desmenuce y digiera como si fuera esa última y patibularia cena, pero por suerte o por desgracia, las cosas no son así.

Lo que sí es verdad es que en todas las casas de mis amigos y también en la mía, en los entrepaños de las muy modestas bibliotecas se suscitaban poderosos debates. Así, la ventruda antología de poemas recogidos bajo el nombre de Luis Edgardo Ramírez competía con el “Humor y Amor” de Nazoa y estos dos con “Yo visité Ganímedes” de Rodolfo Benavides y este con “Los Amos del Valle” y entre todos trataban de hacerle cayapa a Reiner María Rilke, pero el poeta adoraba a Kafka y este a Gregorio Samsa, y Samsa…pana, no puedo llegar ”Hasta Cien Libros” parodiando a Uslar Braun. Pero ¿cómo te relacionas con un mundo de papel absorbente que todo lo desecha por el bajante? Con la lectura, entiendo yo. Leer te vuelve intocable. Nada puede contigo.

En mis tiempos de estudiante, no había manera de financiar un vicio tan poderoso, por llamarlo así. Se planteaba el viejo dilema de, o pagas la renta impostergable en la residencia más la universidad, o te compras un libro bien editado y por tanto no había caso: los estudiantes que no queríamos morir ahogados dada la vasta e intrincada realidad, llegábamos en manadas multitudinarias hasta el puente de la Avenida Urdaneta hurgando entre ediciones de bolsillo y otras presentaciones de entredicha calidad, pero esas vainas a nadie le importaban. La cosa era encontrar algo que nos salvara el pellejo a cambio de pagar cinco bolos. De esta manera logré toparme con “Elena y los elementos y otros poemas” de Juan Sánchez Peláez, además del famoso “El acusado y el psiquiatra” y de “El Crimen Inconsciente” con autoría de su hermano Abel. Todavía conservo esos tres libros como un tesoro, y tal cual son. Un pelabolas era yo, pero un pelabolas feliz llenando aquella humilde alacena con toda suerte de aventuras más un “Bolívar de carne y hueso” de amores trashumantes con “La esposa del Doctor Thorne”, de Denzil Romero. La lectura en la vida de un hombre, se convierte en la historia de todos los hombres.

Por estos días le preguntaba a Edilio Peña cómo sabe cuando termina la carrera de un escritor. “Un escritor no termina nunca de ejercer su oficio”, fue su respuesta. A mí me parece estupendo para nosotros los lectores, si consideras por un momento estos ejemplos.

Tomaré la experiencia de Laure Adler quien, refiriéndose a la muerte de su hijo, declaró: “Si no me quité la vida, fue porque casualmente me topé con “Un dique contra el Pacífico” de Marguerite Duras”, que encontré en una casa alquilada para el verano:

“.. .de hecho siempre tuve el sentimiento de que me estaba esperando. Ese verano acababa de pasar por una de esas pruebas de las que uno cree que nunca podrá reponerse. Me consta que un libro, al trocar mi tiempo por el suyo, el caos de mi vida por el orden del relato, me ayudó a recuperar el aliento y a avizorar un futuro. La feroz determinación y la inteligencia del amor que manifiesta la muchacha de Un dique seguramente contribuyeron mucho a lograrlo.”

De manera que, simplemente hago lo mismo que otros han hecho desde el principio de los tiempos: cobijarme siempre en la lectura en momentos de aflicción y también en lo festivo. Puede el mundo dar mil vueltas. Puede la convulsión apresar la mente de millones y sin embargo la novela que te espera pacientemente es mucho más importante. Sentirme como un vulgar reo encadenado a la luz de un amarillento candil no significa nada si dejo que la lectura ponga el orden necesario.

Un secreto comparten autor y lector al que nunca nadie ha tenido ni tendrá acceso. Un universo de conjunciones sonoras. Todo está sujeto a un arreglo consensual en el que las letras confluyen en el gran río del pensamiento y todo espesor se disuelve en ese río y toda opacidad se transparenta en sus orillas.

17 de abril de 2021

 

 

 

 

ALIEN (EL OCTAVO PASAJERO)

 


(In space no one can hear you scream)

Esa película la he visto antes y no me refiero a Alien.

Año 2122. Nostromo, una peculiar nave espacial, surca los espacios interestelares fría y laberínticamente. Viene de regreso a la Tierra, luego de colectar veinte millones de toneladas en metales raros que tomó de algún cuerpo celeste. Sus siete tripulantes mientras tanto, duermen el sueño de los justos criogénicamente. Hibernan a pata suelta. A la buena de Dios, para ponerlo bien claro. El punto es que insólitamente estos científicos son despertados del sueño profundo, porque la computadora notifica que algo o alguien pide ayuda en tal planeta y los tipos sin pensárselo mucho, hasta allá se llegaron. Te hablo de Alien, la película, que aun cuando es considerada una obra maestra del suspenso, déjame decirte que en toda la historia del celuloide, hay pocos films que no vengan empacados en eso mismo: el “suspenso”. Sin suspenso, a ti no te daría tiempo de comerte las cotufas con su fresco a lo largo de la peli. Te quedarías afuera hablando con un pana, ahí ladillao porque claro, si no te mantienen al borde de la butaca, no hay ritmo. Otro ejemplo sería el de la muchacha que despreocupadamente nada en la laguna negra y de pronto se de cuenta de que el monstruo viene subiendo desde el fondo de las aguas y huye despavorida. ¿Cuál sería la gracia si no la sorprenden cerquita? Ni las novelas más balurdas se salvan. No puedo ni imaginarme una escena por ejemplo, sin un timbre en la puerta:

(ding, doooong)

Cejas arqueadas y premonitorias de la protagonista, que detiene abruptamente la lavada de los coroticos para, de seguidas, preguntarse en medio de una terrible angustia:

“¿Quién podrá ser a estas horas de la noche?”

(ding, doooong)

-¡Abran la puerta, en el nombre de la Ley!

Ahí se prende el paranpanpán. Es que todos los cuentos que nos decimos, suspendidos en el arca de los tiempos ancestrales, se originaron en la angustia del primer homo sapiens. En su primer gruñido armónico o en el primer gesto de asombro, hace más de 2.500.000 años. El devenir pues, puso a estos panas en tres y dos, y digo yo que por eso dejaron de limpiarse las pelambres de la espalda unos a otros, para dedicarse al cotorreo, una vez arreglado el asunto de las cuerdas vocales, la lengua y todo el sistema que tal y tal, hace alrededor de 50.000 años:

-Chamo, tienes tu siembra abandonada. Ese terreno ´tá montao. Y tú también vives montao, qué bolas…

-Es que eso es muy rico, ¿qué quieres tú, ah? Debo ampliar mi progenie para aspirar a tener mi propia tribu. Y nos vemos. Es tarde ya me voy, mi negrita me espera, hasta mañana. Chau.

Y así. En realidad, no sabemos cuándo comenzamos a hablar, pero, por otro lado, de acuerdo con las pruebas acopiadas, la capacidad de escribir la adquirimos hace seis mil años antes de Cristo. Pictogramas, ideogramas, jeroglíficos y demás. A la par que desarrollábamos la escribidera, rimábamos. Esto que quiere decir que, desde entonces, somos poetas por necesidad. Es que los viejitos de la tribu descubrieron que, si rimaban, el mensaje le llegaba clarito a los muchachos quienes después lo podrían repetir, para preservar la historia de todos:

“Me puse a amarrá una burra

a la pata de un cují

la burra patá conmigo

y yo siempre la amarré…”

- ¿Qué te parece nietico?

- Nojoda abuelo, eso no pega.

En 305 D.C., los chinos inventaron planchas de cerámica pudiendo imprimir en ellas muchas hojas de papiro que serían distribuidas por todo el reino y en 1440 pues nada, Gutenberg cambió para siempre la forma de comunicarnos. Es que somos el epítome de muchas historias, cuentos, chismes y chascarrillos que compartimos desde siempre, hasta que un día llegamos a la excelsitud más alta y entonces comenzamos a caernos a mojones nosotros mismos. Ahí nadie nos gana. Tal es el caso de un bonaerense que, por estos días frente a la tele, se quejaba de la paupérrima bolsa que reparte Fernández mensualmente. Le quitaron cinco productos al pobre señor y eso que el tipo es fan de este otro. Así no se puede chamo. Pero te digo una vaina: esa peli también me la sé. Y porque me la sé, te digo, que a ti no hay que regalarte un coño, ché. Mecanismo tenebroso y coñoemadre ese repartimiento gratis de comida. Un gobierno serio no genera dependencia. Más bien, contribuye a que el ciudadano eche pa´lante, pero eso es precisamente lo que prohíbe una dictadura. “Progresan” pero para maltratar al ciudadano hasta desvencijarlo y quitarle nojoda, hasta el último par de medias. Eso de esperar que un tipo venga a ponerte algo de comida en la mesa, te achicharra el coco. Te ofende, date cuenta. Es que tener a la gente en perpetuo suspenso es una de las características más prominentes de una dictadura. Ahí, pendientes y salivando por un mensaje que les cambie la vida en la forma de un bono de medio dólar. Coño, qué éxito. No es que una economía de libre mercado no tenga pifias, pero al menos en este país, nunca se ha visto la enfermiza altivez de un tipo que te amenace con dejarte sin papa, a la hora del té:

- ¿Pa´donde van a agarrar con esa pata hinchá? Soy Dios, coño. Y no la chillen, porque ahí les deposité una güevonaíta en la cuenta.

Yo digo que después de 2.500.000 años, habría que pedirle disculpas a Hannah Arendt, la filósofa que mejor diseccionó el funcionamiento de una dictadura. Qué pena con esa señora. ¿Tú sabes lo que es joderse tanto para que ahora los peruanos elijan libremente al tipo que les hará la vida de cuadritos y que eventualmente pondrá al país al servicio de potencias extranjeras? Es que por estos días montar un parapeto comunista es más fácil que hacer panquecas de Aunt Jemima: Disolver el Congreso>Asamblea Constituyente>Nueva constitución, y listo. A este fulano habría que repetirle aquello de Juan Gabriel: Lo que digas, me lo sé ya de memoria. Qué batiburrillo, caballero.

Tener a la gente en perpetuo suspenso, es una de las características más importantes en una dictadura porque doquiera que germine este gran cuento y de acuerdo a las particularidades de este u otro país, pa´llá es que van. Está en el libreto de Antonio Gramsci, el ideólogo marxista italiano:

Camaradas: Para mañana, un anuncio patriota, puntual y muy heroico. Como dirían nuestros hermanos del Asia: Si no hay lial, no hay lopa. O se inscriben en el partido, o no hay vacuna. O no hay harina pan. O no hay luz. Tampoco gas.

Es que coberos, cuenteros y criminales es lo que siempre ha sobrado en este mundo desde que bajamos de la rama y comenzamos a envidiar el trigal de los vecinos. Llegarán los chinos, llegarán los cubanos. A Castillo, los aseres antillanos le dirán que el tipo es más bravo que Túpac Amaru. Los chinos por su parte, enviarán emisarios chiquitos y flacos que, hechos los pendejos, ofrecerán llevar un trencito supersónico que paseará por las adyacencias de Machu Pichu haciendo las delicias de grandes y chicos. ¿Un Evo en tierras incas, pero con sombrero? Bueno, ahí te lo dejo. El llano agarró candela y el jolgorio de la progresía mundial no puede ser más grande, pero yo te cuento un cuento:

No eran diez, sino siete los negritos y siete los pasajeros del Nostromos: Consideramos como un hito el planteamiento técnico y sci-fi de Alien. Antes de esta película, los acercamientos de Kubric con relación al tema fueron vitales, pero nada como Alien: El Octavo Pasajero. También el libreto es de suma importancia: Una raza parasitaria que pretende colonizarnos, pero antes debe matarnos. Coño, mano… Sin embargo, hay un aspecto filosófico del que no nos enteramos, y eso que nació con nosotros hace millones de años: Le perdimos el miedo a ser devorados por los dinosaurios. Ya no le tememos al invitado siniestro que entra en tu casa, como los chinos que ofrecen tetas y hermosos culos por Tik Tok y todo mundo gozando una bola. ¿Quién dijo que el miedo es malo, si como sabemos, es lo que nos permite guarecernos in extremis por allá en aquellas cuevas? El mayor de todos los terrores es ser defenestrados del tope de la cadena alimenticia y en el fondo en esto radica el éxito del film. Igual pasó con Tiburón. Pero Latinoamérica se entrega primorosa. Le abre las paticas a estos miserables ¡Ven a mí que tengo flor! Gime Fernández desde Argentina. El mundo, ya lo ves, ta´ puyao, como el whisky margariteño. Una nave espacial con siete mil millones de carajos adentro. Todos presos e hibernando. No tendremos oportunidad de decirle al compañero que va al lado: Eso nos pasó por agüevoniaos. El Octavo Pasajero es China. El puesto se lo disputa Rusia. Biden cree que donkey penis is a horn y si a mí me hubiesen dicho que nos iba a pasar toda esta vaina me quedo en mi rama tranquilito y esperando a que pase el vendaval. Y Váyalo.