EZIONGEBER CHINO ALVAREZ: ESCRITURA, ESENCIA, SER: A LA VENTA DESDE EL 22 DE NOVIEMBRE

domingo, 8 de noviembre de 2020

A LA VENTA DESDE EL 22 DE NOVIEMBRE

El País de los Turpiales es el primer libro de crónicas y relatos del humorista y escritor venezolano Eziongeber Chino Álvarez. Las treinta crónicas que lo conforman fueron organizadas en cuatro bloques, el primero de los cuales es Memorias, donde el autor evoca recuerdos de su infancia y su juventud; Sardinas es el siguiente y se compone de crónicas y reflexiones personales y políticas; La música por dentro se adentra en relatos de la vida cotidiana y comentarios sobre noticias, aderezados con temas musicales, de salsa predominantemente, en El país de los Turpiales se da cuenta de brillantes reflexiones políticas y existenciales. El personal estilo del Chino Álvarez compromete al lector y lo obliga a pensar más allá del humor que, por la ironía, enmascara y hace visible a la vez el dramatismo de las realidades del país. Y logra eso mediante el lenguaje: uno que asume ese ruido de la calle, indispensable para el buen narrador.

2 comentarios:

Alí Reyes21 de noviembre de 2020, 5:10
Hola Chino. Vengo de leer algunos artículos, el anterior a este (dejé un comentario) y dos de tus crónicas MEDIANÍAS y MONEDAS DE CHOCOLATE, este último me encantó. Lástimaque no tuve como comentar.
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Alí Reyes21 de noviembre de 2020, 5:11
Por cierto. Te estoy siguiendo
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EZIONGEBER

I. Su nombre es difícil de pronunciar y ha vivido su vida creyendo que significaba hombre fuerte y luchador y lo ha sido. Pero en realidad evoca uno de los puertos hacia los que el rey Salomón llevaba sus tesoros. Será por eso que su escritura oscila entre los Cantares y las reflexiones del Predicador. No tengo sueño y escribo sobre lo que me provoca. En este momento sobre este escritor que reviso con el prestigio de los epígrafes. Pero sean indulgrntes conmigo: obviaré el APA. II *Tiene que bastarte, en un puesto perdido, expuesto a la burla del mundo, consciente sólo de tu vocación, renunciar al brillo y al placer diario, y preservar aquellos tesoros que jamás se oxidan.", dijo Hesse. Eziongeber escogió vivir para las palabras en la mitad del camino de su vida, cuando andaba atravesando una selva oscura. Para los jungianos la selva no es el bosque. Tampoco para los botánicos. Atravesar la selva es ir sorteando trampas, serpientes y fieras y eso hizo el escritor, no sin heridas. Después de todo, también pertenece al Clan de la Cicatriz. Pero en saliendo de la selva, en vez de valle o llanura encontró el bosque: luminoso y prometedor. Él ha escrito desde siempre, pero de súbito tuvo la visión, el encuentro y sacó la Excalibur de su letra, la colgó del tiracol que alguien le regaló y ha ido creciendo en gracia y sabiduría. Casi en santidad literaria. III. "La burla de los mercados apenas puede perjudicarte en tanto suene para ti la voz sagrada; si entre las dudas muere, te hallas como desprestigiado del propio corazón, como un bufón sobre la tierra. Pero es mejor, para una perfección futura, servir dolorosamente, sacrificarse sin acción, que volverse grande y rey, por un acto traicionero, al sentido de tu sufrimiento: a tu misión", sigue diciendo Hesse. La gente me pregunta cómo yo sé que un escritor es bueno. Es porque lo siento en la piel del espíritu. Leo sus textos sin la inocencia de los primeros años, tengo ojos como de mosca y creo en la Gestalt. Ví que ese tipo era como yo. O mejor. Y me puse a escudriñar su trabajo. Nadie hasta ahora ha hecho esa arqueologia literaria del muro de Facebook de Eziongeber. Hay de todo allí, por supuesto, porque todos pasamos por eso, pero lo que yo rescato es la perseverancia, la fe sostenida a pesar de las catástrofes personales y el caos que parecía ser su vida. Y fue avanzando en la selva oscura, recibiendo a veces con placer los comentarios celebratorios y cariñosos de sus muchos seguidores hasta que llegó el rayo que alcanzó a Pablo de Tarso y le abrió los ojos a la Literatura. Y entonces descubrió con certeza que sí, es un gran escritor, y que no se lo perdonarian los ujieres del templo de las letras nacionales. Y se elevaron en vuelo sus Turpiales. Y ahí van. Lucha. IV. Mi gato Lucky es muy bello. Siempre lo ha sido. Y muy aventurero. A veces se pierde por días y regresa herido o quejicoso. Bob, su hermano, es el jefe de la manada. Mira el mundo con la serena sabiduría de sus ojos color ámbar. Y siente animadversion y cierto desdén por Lucky. En días pasados, Bob se ensarzó en una pelea con otro gato del vecindario y estaba llevando la peor parte. De pronto, apareció Lucky. Menos corpulento, pero nutrido de calle y joseador. Lucky, el bello bellísimo. Cuando era un cachorrito me lamia las manos y lo amo mucho. Lucky defendió a Bob, tomó el control de la situación, pero quedó herido. Durante tres días curé sus heridas, le di Diclofenac y le permití dormir dentro. Tres días. Ya pasó. Lucky es como Eziongeber. Un tipo de la calle. Las ataduras no son para él. Va y caza y come de lo que caza. Y al cabo nada debe: le debemos cuánto escribe. Por ahora, sus relatos son crónicas que ensayan mientras cuenta con una inteligencia y un humor feroz. Pero su interlocución, su manejo de la Excalibur lingüística lo convierten en otra cosa. Algo indefinible pero perceptible para los que "sabemos" (Pulido, Alberto Hernández, Juan Rivas Pulido, y un largo etcétera de estudiosos) Lo que es extraño es que haya pasado desapercibido por años entre esos exquisitos que controlan la entrada al recinto y que ahora juegan a ser o trampas o sepultureros. No es importante. Es más bien necesario. V. ¿Por qué soy un artista y no un filósofo? Porque pienso según las palabras y no según las ideas. - Albert Camus Porque así son las cosas. Hoy pensaba yo en que olvidé cómo se produce la lluvia. Tuve que ir a Google para recordar. Y me puse a pensar luego cómo se produce un artista y, más aún, como se produce un genio: las millones de combinaciones genéticas que Dios hace y que nos obligan. Por destino y responsabilidad. Hay por ahí muchos que se autodenominan filósofos e intelectuales. Los hijos de Gorgias los llamo. Y se reúnen en sus cómodos locales donde hablan como personajes de Woody Allen. Eziongeber no sabe hablar así. Y ahora dirá: Masiao cuando lea esto. Pero es así. Aunque la rama cruja.

RECUERDOS DEL PARAÍSO

(O: THIS GUY IS IN LOVE WITH YOU) Esta canción, que en mis recuerdos se parece al texto, me dice que hay días que tienen el irremediable sabor de tu tierra original. Que si hablamos de frutos, por ejemplo, quizás venga a tu memoria una charola con fresas. Unos mangos, qué se yo. En mi caso, se presenta aquella mata de ponsigué que vivía muy contenta en el patio de la casa. Esos días, tú sabes, en los que quieres asegurarte de que allá sigue insistiendo la Punta de Araya, bañada entre soles de mandarina todas las tardes del mundo. Aquí yo, caminando en la otra costa, en plena tierra cumanesa, que es la que me baila las aguas del recuerdo en la perpetua promesa del regreso. La veo desde el claro que se abre en plena montaña donde nacen las neblinas. Es que estas andan por ahí del timbo al tambo, y después de crecer un poco, se detienen de momento a parlotear sus cosas en el antiguo idioma de las nubes. Los recuerdos vienen solos. Salen de la espesura del bosque, como los ciervos cuando van perdiendo el miedo. Ando en esas tonterías. Haciendo barquitos de papel en la lluvia de mi infancia y de mi calle. Liberándolos del rigor de las buenas y malas noticias de los diarios de entonces. Allá van mis barcas remontando las bravías aguas que seguían de largo por la puerta de mi casa.

EZIONGEBER CHINO ALVAREZ: ESCRITURA, ESENCIA, SER

PÁGINAS

domingo, 8 de noviembre de 2020

A LA VENTA DESDE EL 22 DE NOVIEMBRE

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