viernes, 18 de junio de 2021

LEER EN LOS TIEMPOS CRÍTICOS (EL LECTOR QUE SOY)

 


 

Tuvieron que labrarse un arte de vivir en tiempos de catástrofe, para nacer una segunda vez, y en seguida luchar, a rostro descubierto, contra el instinto de muerte que está activo en nuestra historia.

Albert Camus

 

Esas palabrejas bonitas y esperanzadoras que te dice la gente cuando estás de malas. Una que yo recuerdo ahora con mucho cariño, es aquella de “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Te digo, prácticamente no había en todo el piso cinco, una sola persona que no se acercara a mi cama -que de muchas maneras era mi celda- con esas y otras lindas expresiones solidarias. Típico. Naturalmente, cuando tú tienes seis años y estás confinado a una cama y el médico lacónicamente le desliza entre susurros a tu madre que tu estancia en el hospital puede extenderse hasta tres meses más dependiendo de la evolución de tu pierna y de que -por vida de Cristo- entiendas que debes quedarte tranquilo, cualquier bonitura que te digan te suena a mentada de madre.

La situación era seria y desconcertaba a mis padres debido a la particular circunstancia de que el correr, el saltar y, en una palabra, el estar siempre jodiendo por ahí, era mi sino característico y por eso mismo tenía que pagar el precio en el Hospital Miguel Pérez Carreño. Nada, que había que “inventarse una”, decía mi padre. Una tarde en que la abulia me abatía, llegó de visita mi abuela Ignacia. Ella, ahora que lo pienso, no podía ser de este planeta. Decía, por ejemplo, que una mujer debía caminar con el garbo de una señora llamada María Félix. Que había que usar tacones todo el tiempo. Que el sobretodo era fundamental y que, por añadidura, una mujer tenía que saber leer. Sí. Leer: el gran misterio en el que ella abrevaba allá, en “El Cuarto de lo Imposible”, como llamaba a su estudio.

Esa tarde gloriosa, tocó la puerta de la habitación, dio las buenas tardes a los presentes y comenzó a bailar charleston, su rutina preferida. Mi alma zurumbática comenzó a sonreír al besarme mi abuela entre arrumacos y poniéndome encima de la panza un gran bolso atapuzado de regalos. Libros. La cosa iba de libros empastados y aunque no tenía el hondo significado de cuando Primo Levy le leía a Pikolo, su compañero de infortunio en Auschwitz, trozos y trozos de “La Divina Comedia”, puedo considerar a “La Cabaña del Tío Tom” como el primer libro fundamental de mi vida a pesar de la parquedad del texto condensado y la profusión de imágenes. A muchos les parece curioso que me iniciara con un libro tan triste en el que un viejo esclavo del sur de los Estados Unidos sufría vejaciones y abusos, pero por razones que ignoro lo preferí al amor infantil que Becky Thatcher sentía por ese genial pilluelo llamado Tom Sawyer. Y ni hablar de los niñitos en “Corazón” de D’Amicis.

Creo que, de alguna manera, todos buscamos impregnarnos una y otra vez de aquellas emociones conforme al viejo artilugio de tratar de hacer memoria sobre ese desvencijado primer libro. Sentir, por ejemplo, el coraje de la niña Evangeline, amiga del viejo esclavo cristiano de Kentucky, o la furia de Acab el marino iracundo que, resuelto, se enfrentó a la gran ballena blanca. Un sinfín de historias marcaron mi infancia atribulada y en todas quiero buscar la huella que la lectura ha dejado en mí.

Un poco más adelante, a los trece años, “Jesús de Gramovén” era el libro más comentado en los círculos “intelectuales” de mi primer año en el Ciclo Básico Común. Arribar al bachillerato, era motivo de orgullo y conocer la historia de este Jesús caraqueño, de barrio y de escalinatas, era preciso. Jesús de postes de luz mil veces meados y de mucho  malandreo, la palpitación voluntariosa que nos traía un nuevo mundo deambulaba en algún rincón de las mentes de todos los que más o menos leyeran y allí estaba yo, que sin ser el primer chicharrón de la vaina, ya me sabía al caletre “La leyenda del Horcón” y los fríos cordilleranos de la loca Luz Caraballo. Ojalá que todo aquel que tome un libro entre sus manos, lo desmenuce y digiera como si fuera esa última y patibularia cena, pero por suerte o por desgracia, las cosas no son así.

Lo que sí es verdad es que en todas las casas de mis amigos y también en la mía, en los entrepaños de las muy modestas bibliotecas se suscitaban poderosos debates. Así, la ventruda antología de poemas recogidos bajo el nombre de Luis Edgardo Ramírez competía con el “Humor y Amor” de Nazoa y estos dos con “Yo visité Ganímedes” de Rodolfo Benavides y este con “Los Amos del Valle” y entre todos trataban de hacerle cayapa a Reiner María Rilke, pero el poeta adoraba a Kafka y este a Gregorio Samsa, y Samsa…pana, no puedo llegar ”Hasta Cien Libros” parodiando a Uslar Braun. Pero ¿cómo te relacionas con un mundo de papel absorbente que todo lo desecha por el bajante? Con la lectura, entiendo yo. Leer te vuelve intocable. Nada puede contigo.

En mis tiempos de estudiante, no había manera de financiar un vicio tan poderoso, por llamarlo así. Se planteaba el viejo dilema de, o pagas la renta impostergable en la residencia más la universidad, o te compras un libro bien editado y por tanto no había caso: los estudiantes que no queríamos morir ahogados dada la vasta e intrincada realidad, llegábamos en manadas multitudinarias hasta el puente de la Avenida Urdaneta hurgando entre ediciones de bolsillo y otras presentaciones de entredicha calidad, pero esas vainas a nadie le importaban. La cosa era encontrar algo que nos salvara el pellejo a cambio de pagar cinco bolos. De esta manera logré toparme con “Elena y los elementos y otros poemas” de Juan Sánchez Peláez, además del famoso “El acusado y el psiquiatra” y de “El Crimen Inconsciente” con autoría de su hermano Abel. Todavía conservo esos tres libros como un tesoro, y tal cual son. Un pelabolas era yo, pero un pelabolas feliz llenando aquella humilde alacena con toda suerte de aventuras más un “Bolívar de carne y hueso” de amores trashumantes con “La esposa del Doctor Thorne”, de Denzil Romero. La lectura en la vida de un hombre, se convierte en la historia de todos los hombres.

Por estos días le preguntaba a Edilio Peña cómo sabe cuando termina la carrera de un escritor. “Un escritor no termina nunca de ejercer su oficio”, fue su respuesta. A mí me parece estupendo para nosotros los lectores, si consideras por un momento estos ejemplos.

Tomaré la experiencia de Laure Adler quien, refiriéndose a la muerte de su hijo, declaró: “Si no me quité la vida, fue porque casualmente me topé con “Un dique contra el Pacífico” de Marguerite Duras”, que encontré en una casa alquilada para el verano:

“.. .de hecho siempre tuve el sentimiento de que me estaba esperando. Ese verano acababa de pasar por una de esas pruebas de las que uno cree que nunca podrá reponerse. Me consta que un libro, al trocar mi tiempo por el suyo, el caos de mi vida por el orden del relato, me ayudó a recuperar el aliento y a avizorar un futuro. La feroz determinación y la inteligencia del amor que manifiesta la muchacha de Un dique seguramente contribuyeron mucho a lograrlo.”

De manera que, simplemente hago lo mismo que otros han hecho desde el principio de los tiempos: cobijarme siempre en la lectura en momentos de aflicción y también en lo festivo. Puede el mundo dar mil vueltas. Puede la convulsión apresar la mente de millones y sin embargo la novela que te espera pacientemente es mucho más importante. Sentirme como un vulgar reo encadenado a la luz de un amarillento candil no significa nada si dejo que la lectura ponga el orden necesario.

Un secreto comparten autor y lector al que nunca nadie ha tenido ni tendrá acceso. Un universo de conjunciones sonoras. Todo está sujeto a un arreglo consensual en el que las letras confluyen en el gran río del pensamiento y todo espesor se disuelve en ese río y toda opacidad se transparenta en sus orillas.

17 de abril de 2021

 

 

 

 

ALIEN (EL OCTAVO PASAJERO)

 


(In space no one can hear you scream)

Esa película la he visto antes y no me refiero a Alien.

Año 2122. Nostromo, una peculiar nave espacial, surca los espacios interestelares fría y laberínticamente. Viene de regreso a la Tierra, luego de colectar veinte millones de toneladas en metales raros que tomó de algún cuerpo celeste. Sus siete tripulantes mientras tanto, duermen el sueño de los justos criogénicamente. Hibernan a pata suelta. A la buena de Dios, para ponerlo bien claro. El punto es que insólitamente estos científicos son despertados del sueño profundo, porque la computadora notifica que algo o alguien pide ayuda en tal planeta y los tipos sin pensárselo mucho, hasta allá se llegaron. Te hablo de Alien, la película, que aun cuando es considerada una obra maestra del suspenso, déjame decirte que en toda la historia del celuloide, hay pocos films que no vengan empacados en eso mismo: el “suspenso”. Sin suspenso, a ti no te daría tiempo de comerte las cotufas con su fresco a lo largo de la peli. Te quedarías afuera hablando con un pana, ahí ladillao porque claro, si no te mantienen al borde de la butaca, no hay ritmo. Otro ejemplo sería el de la muchacha que despreocupadamente nada en la laguna negra y de pronto se de cuenta de que el monstruo viene subiendo desde el fondo de las aguas y huye despavorida. ¿Cuál sería la gracia si no la sorprenden cerquita? Ni las novelas más balurdas se salvan. No puedo ni imaginarme una escena por ejemplo, sin un timbre en la puerta:

(ding, doooong)

Cejas arqueadas y premonitorias de la protagonista, que detiene abruptamente la lavada de los coroticos para, de seguidas, preguntarse en medio de una terrible angustia:

“¿Quién podrá ser a estas horas de la noche?”

(ding, doooong)

-¡Abran la puerta, en el nombre de la Ley!

Ahí se prende el paranpanpán. Es que todos los cuentos que nos decimos, suspendidos en el arca de los tiempos ancestrales, se originaron en la angustia del primer homo sapiens. En su primer gruñido armónico o en el primer gesto de asombro, hace más de 2.500.000 años. El devenir pues, puso a estos panas en tres y dos, y digo yo que por eso dejaron de limpiarse las pelambres de la espalda unos a otros, para dedicarse al cotorreo, una vez arreglado el asunto de las cuerdas vocales, la lengua y todo el sistema que tal y tal, hace alrededor de 50.000 años:

-Chamo, tienes tu siembra abandonada. Ese terreno ´tá montao. Y tú también vives montao, qué bolas…

-Es que eso es muy rico, ¿qué quieres tú, ah? Debo ampliar mi progenie para aspirar a tener mi propia tribu. Y nos vemos. Es tarde ya me voy, mi negrita me espera, hasta mañana. Chau.

Y así. En realidad, no sabemos cuándo comenzamos a hablar, pero, por otro lado, de acuerdo con las pruebas acopiadas, la capacidad de escribir la adquirimos hace seis mil años antes de Cristo. Pictogramas, ideogramas, jeroglíficos y demás. A la par que desarrollábamos la escribidera, rimábamos. Esto que quiere decir que, desde entonces, somos poetas por necesidad. Es que los viejitos de la tribu descubrieron que, si rimaban, el mensaje le llegaba clarito a los muchachos quienes después lo podrían repetir, para preservar la historia de todos:

“Me puse a amarrá una burra

a la pata de un cují

la burra patá conmigo

y yo siempre la amarré…”

- ¿Qué te parece nietico?

- Nojoda abuelo, eso no pega.

En 305 D.C., los chinos inventaron planchas de cerámica pudiendo imprimir en ellas muchas hojas de papiro que serían distribuidas por todo el reino y en 1440 pues nada, Gutenberg cambió para siempre la forma de comunicarnos. Es que somos el epítome de muchas historias, cuentos, chismes y chascarrillos que compartimos desde siempre, hasta que un día llegamos a la excelsitud más alta y entonces comenzamos a caernos a mojones nosotros mismos. Ahí nadie nos gana. Tal es el caso de un bonaerense que, por estos días frente a la tele, se quejaba de la paupérrima bolsa que reparte Fernández mensualmente. Le quitaron cinco productos al pobre señor y eso que el tipo es fan de este otro. Así no se puede chamo. Pero te digo una vaina: esa peli también me la sé. Y porque me la sé, te digo, que a ti no hay que regalarte un coño, ché. Mecanismo tenebroso y coñoemadre ese repartimiento gratis de comida. Un gobierno serio no genera dependencia. Más bien, contribuye a que el ciudadano eche pa´lante, pero eso es precisamente lo que prohíbe una dictadura. “Progresan” pero para maltratar al ciudadano hasta desvencijarlo y quitarle nojoda, hasta el último par de medias. Eso de esperar que un tipo venga a ponerte algo de comida en la mesa, te achicharra el coco. Te ofende, date cuenta. Es que tener a la gente en perpetuo suspenso es una de las características más prominentes de una dictadura. Ahí, pendientes y salivando por un mensaje que les cambie la vida en la forma de un bono de medio dólar. Coño, qué éxito. No es que una economía de libre mercado no tenga pifias, pero al menos en este país, nunca se ha visto la enfermiza altivez de un tipo que te amenace con dejarte sin papa, a la hora del té:

- ¿Pa´donde van a agarrar con esa pata hinchá? Soy Dios, coño. Y no la chillen, porque ahí les deposité una güevonaíta en la cuenta.

Yo digo que después de 2.500.000 años, habría que pedirle disculpas a Hannah Arendt, la filósofa que mejor diseccionó el funcionamiento de una dictadura. Qué pena con esa señora. ¿Tú sabes lo que es joderse tanto para que ahora los peruanos elijan libremente al tipo que les hará la vida de cuadritos y que eventualmente pondrá al país al servicio de potencias extranjeras? Es que por estos días montar un parapeto comunista es más fácil que hacer panquecas de Aunt Jemima: Disolver el Congreso>Asamblea Constituyente>Nueva constitución, y listo. A este fulano habría que repetirle aquello de Juan Gabriel: Lo que digas, me lo sé ya de memoria. Qué batiburrillo, caballero.

Tener a la gente en perpetuo suspenso, es una de las características más importantes en una dictadura porque doquiera que germine este gran cuento y de acuerdo a las particularidades de este u otro país, pa´llá es que van. Está en el libreto de Antonio Gramsci, el ideólogo marxista italiano:

Camaradas: Para mañana, un anuncio patriota, puntual y muy heroico. Como dirían nuestros hermanos del Asia: Si no hay lial, no hay lopa. O se inscriben en el partido, o no hay vacuna. O no hay harina pan. O no hay luz. Tampoco gas.

Es que coberos, cuenteros y criminales es lo que siempre ha sobrado en este mundo desde que bajamos de la rama y comenzamos a envidiar el trigal de los vecinos. Llegarán los chinos, llegarán los cubanos. A Castillo, los aseres antillanos le dirán que el tipo es más bravo que Túpac Amaru. Los chinos por su parte, enviarán emisarios chiquitos y flacos que, hechos los pendejos, ofrecerán llevar un trencito supersónico que paseará por las adyacencias de Machu Pichu haciendo las delicias de grandes y chicos. ¿Un Evo en tierras incas, pero con sombrero? Bueno, ahí te lo dejo. El llano agarró candela y el jolgorio de la progresía mundial no puede ser más grande, pero yo te cuento un cuento:

No eran diez, sino siete los negritos y siete los pasajeros del Nostromos: Consideramos como un hito el planteamiento técnico y sci-fi de Alien. Antes de esta película, los acercamientos de Kubric con relación al tema fueron vitales, pero nada como Alien: El Octavo Pasajero. También el libreto es de suma importancia: Una raza parasitaria que pretende colonizarnos, pero antes debe matarnos. Coño, mano… Sin embargo, hay un aspecto filosófico del que no nos enteramos, y eso que nació con nosotros hace millones de años: Le perdimos el miedo a ser devorados por los dinosaurios. Ya no le tememos al invitado siniestro que entra en tu casa, como los chinos que ofrecen tetas y hermosos culos por Tik Tok y todo mundo gozando una bola. ¿Quién dijo que el miedo es malo, si como sabemos, es lo que nos permite guarecernos in extremis por allá en aquellas cuevas? El mayor de todos los terrores es ser defenestrados del tope de la cadena alimenticia y en el fondo en esto radica el éxito del film. Igual pasó con Tiburón. Pero Latinoamérica se entrega primorosa. Le abre las paticas a estos miserables ¡Ven a mí que tengo flor! Gime Fernández desde Argentina. El mundo, ya lo ves, ta´ puyao, como el whisky margariteño. Una nave espacial con siete mil millones de carajos adentro. Todos presos e hibernando. No tendremos oportunidad de decirle al compañero que va al lado: Eso nos pasó por agüevoniaos. El Octavo Pasajero es China. El puesto se lo disputa Rusia. Biden cree que donkey penis is a horn y si a mí me hubiesen dicho que nos iba a pasar toda esta vaina me quedo en mi rama tranquilito y esperando a que pase el vendaval. Y Váyalo.

 

viernes, 30 de abril de 2021

PINTA Y EL UNIVERSO 25 (La utopía de las ratas)

 



La culpa es de Dagwood Bumsteed, conocido entre nosotros como Lorenzo Parachoques. Sí. Porque de algún lado tendría que haber sacado yo esa manía de tratar de manosear la angustia existencial que me acogota de tanto en tanto, así, tipo 3 de la mañana y que me conduce inexorablemente al viejo refrigerador. Me digo: “pana…coñoesumadre Lorenzo y Pepita”. Como un expedicionario me adentro poco a poco a la nevera a ver qué tal, e imaginándome de paso a Parachoques viviendo en Venezuela. Sería un dulce desquite  verlo deambular por la calle del hambre, buscando qué meterle al Dagwood Sandwich, el condumio niuyorkino que bautizaron en su honor.

Mientras tanto, llueve. La gran lata, pues. Sigo pensando en Lorenzo Parachoques y en esa especie de maldición que heredé de tanto leer sus historietas. Chico, hay derecho. El señor Parachoques es un clásico de los suplementos. Tenía esposa, dos hijos, un jefe que le hacía la vida de cuadritos, un cartero, una perrita silente llamada Daysi y un hambre inextinguible como la mía, pero en todo caso, me pregunto las vainas que soñaría el tipo después de zamparse semejante papa, mientras le abro la puerta a Pinta porque en verdad, llueve bastante. Le digo:

-Pasa cariño, que hace frío.

Ella no responde ni con un “arf”, pero igual, entra. En eso se parece a Daysi, la perrita de Lorenzo. Muy callada y circunspecta, Pinta es maravillosa. Celosa vigilante, dentro de la casa no hace barullos. Simplemente todo lo olisquea pendiente del menor ruido. Sé que tengo que aguantar aunque me esté durmiendo a la par que escampa un poco, porque mi perra no es de las que aprovechan la ganga de dormir en el sofá de la sala hecha la pendeja como la mascota de Lorenzo, no señor. Ella, Pinta, quiere volver a sus labores de vigilancia cuanto antes porque eso de ser perra guardiana se lo trae en la sangre quién sabe desde cuándo y le resulta inevitable.

Cesa la lluvia, Pinta exige salir al jardín para luego subirse a la platabanda a cumplir con el mandato eterno de los perros buenos…y me voy a dormir. Cepillada la trompa, dele mi compa, a guindar sabroso. Ya, trasvasado a otra dimensión líquida y azul, desde alguna vera extraña me saludan y yo vuelvo a preguntarme de dónde sale toda esta gente que en mi puta vida he visto, pero déjame ilustrarte un poco.

En mis sueños, el cambio es drástico, de pana. Mi casa es la misma de siempre, pero distinta. Las guacharacas del patio no pegan lecos infernales en vías de amanecer. En medio de este sueño mío, cantan la Quirpa Llanera del Quinteto Contrapunto, tú sabes: “Güiripa lo llaman Quirpaaaa, óigalo bien, Quirpa joropo llaneroooo que lo tocan en el arpa, que lo tocan en el arpa con maraca y guitarreroo”. Yporáisevan las locas. Y en el pasillo que conduce a la Galería de fotos de los Caídos -que son mis familiares que han partido- todos hablan de sus cuitas. Mi abuelo paterno, insiste en que lo mataron en la entrada de la finca cual novela mexicana y mi abuela Ignacia, la poeta, le cuenta a mi otra abuela, Anastasia, cómo estuvo eso de esperar a Gardel en Caño Amarillo, cuando el artista llegó a Caracas.  Mi hermano Esdras me saluda desde su imagen congelada de muchacho ingenuo y en medio de esa narcosis soporífera, de pronto tocan el timbre. Es Pinta, pero de otra variedad como diría la Torroja:

-Epale, Pintica. Pasa pa´dentro, mija.

-Buenos días, hermano humano. Chino, para más señas. Aprovecharé este no-tiempo que me otorga tu sueño para hablarte sobre ciertas vainas que parece que aún no has advertido.

-… mucha solemnidad. Prefiero tu guau y tu cola semoviente.

-Claro. La papita es lo que a ti te gusta. La jodedera. Vamos a sentarnos en la sala y me preparas un café bien cargado. He decidido convocarte perrunamente porque algo de perro has de tener, según me cuentan. Procuraré que tu texto tenga mayor cohesión, no te preocupes. Tú sabes… te pasas de maraca. Mira, quiero estar con alguien más que quiera estar solo y …

-Ya empezamos. Me meto un taco madrugante y llegas tú a filosofar y tal. ¿Eso último es de Coelho?

-No, chamo. Es de un tipo llamado Dimitri Zaik. Lo que pasa es que tú crees que los perros no pensamos. Que lo nuestro es puro ladrar. Y comer y cagar. La soledad amigo mío, es una gran inversión que se debe aprovechar sin excusas. Desde la platabanda y sola de bola con el más alto de los cielos, pienso, mientras veo frente a la casa gente de a pie pelando la bola parejo y muy afanada. Preocupada pobre gente, que pira y también suspira. Van y vienen esperando que las cosas cambien, pero pocos se dan cuenta del rollo en que estamos metidos. Y tú viendo pechugas en Tik Tok…¿preguntas antes de empezar?

-Digamos que me da mucha curiosidad el tema.

-Bien, mi querido Chino. Espero que esta vaina la lean bien dos o tres de tus panas. Verás: El primer ancestro cánido documentado, es un lobo del tipo husky siberiano…no bosteces que esto es serio, mi pana.

-Ajá, ajá.

-Mi punto es que estamos en la Tierra primero que ustedes, mai frén. El primer ¡Guau! surgió de la garganta de un dinosaurio. Échale coco. Y para el año 10.000 A.C, éramos manadas incontables, mientras que los humanos para entonces, contaban sólo con un millón de individuos. Una pinguita ahí. Y en este orden de ideas…

-Ah, coño, este sueño viene con lugares comunes y todo...

-Qué pendejos son los humanos, sinceramente. El mensaje es que…tengo que hacer un esfuerzo para que me entiendas: De 10.000 A.C a 500 A.C, el brinco poblacional fue apoteósico: llegaron a 100.000.000 sujetos y nosotros ahí, llevando leña con ustedes. En el año I ya se habían inventado infinidad de religiones y vainas raras. Pero la tiradera no cesó porque eso es muy rico: Existían 200.000.000 de ustedes para el año 1 D.C. Como ves, en sólo 500 años duplicaron la cifra, pero eso no es todo. Para 1750 habían en el mundo 791.000.000, y dos siglos después, es decir, bien entrado el S. XX, a mediados de 1950, respiraban por todo el ancho globo, la bicoca de 2.518.630.000 de seres humanos…hay que echarle bolas a esa vaina.

-Eso es que jode gente, la verdad.

-¡Claro! Un salto cuántico de la reproducción, la gozadera y la superación de muchas enfermedades los llevó a 6.070.501.000 para el año 2.000. Eméizin. ¿Para el 2020?: 7.800.124.000 de bípedos inteligentes caminaban por ahí para 2020. ¿Ustedes en verdad creen que no hay nadie estudiando semejante desastre o tomando decisiones radicales?. A lo largo de la historia de la humanidad, ha habido muchos virus y enfermedades. Pero, ¿Dónde has visto tú un virus con un comportamiento asesino? Si te pela el chingo, te agarra el sinnariz. 127 millones de infectados en todo el mundo. Casi 3 millones de muertos a causa del Covid. Y aquí en Venezuela, la tragedia responde al mandato de un dictador que la usa y la usará con propósitos de Control Social. Qué manguangua.

-Este texto comenzó con Lorenzo Parachoques y mira adónde hemos llegado. El sueño es mío, pero verga vale. A que le saltan por encima, voy.

-Tu peo. Termino aquí no sin antes hablarte un poco del Universo 25, que es donde ustedes viven. Estamos asistiendo a la dominación mundial por parte de unos cuántos, pero ustedes ni se inmutan. En 1970, el etólogo John Calhoun tuvo la ocurrencia de representarlos como ratas. El tipo metió cuatro pares de ellas en un ambiente controlado: una jaula muy bien diseñada. Este grupo estaba provisto de agua y de comida y sin depredadores a la vista. Todo iba chévere en el paraíso de las ratas hasta que la cabina comenzó a quedarles pequeña cuando llegaron a la cota de 2.200 miembros el día 600 del experimento ¿y luego qué pasó?

-Dime, Pinta. ¡Dime!

-La libertad. O mejor, la falta de. Sin libertad, no hay quien prospere. A eso agrégale el drenaje conductual que los lleva a la tremenda falla en la distribución de alimentos y principalmente de la vacuna que no llega. Los animalitos aunque contaban con todo, se fueron muriendo o comiéndose unos a otros. El espacio se redujo y nadie quería tener sexo. Calhoun pudo determinar que existe sin duda alguna la muerte social, que es la antesala de la muerte física, pero como dicen por ahí, tú no estás preparado para escuchar esto… además, estás de cumple. Mejor, dejamos la conversa para el próximo sueño. Es difícil asimilar que vivimos en un mundo distópico y amoral en donde se enseñorea un virus que es aprovechado para poder controlarlos. Demasiado para un tipo como tú. En el fondo, el ser humano no ha traspasado los linderos de la primera cueva. O come o se lo comen. O mata o lo matan. Ahí te la dejo. Despertarás al escuchar mis ladridos. Todo lo que te digo quedará rodeado de neblinas, menos el mensaje. Te quiero Chino, y te deseo que pronto seas libre del Universo 25.

-Gracias, Pinta. Viniste por la goma.

lunes, 29 de marzo de 2021

PARÍS SE QUEMAAAA!

 

 


 

He pasado hace relativamente poco tiempo la barrera esa de no saber dónde fue que puse las putas llaves. Pana, muevo cielo y tierra y nada. “Es que me las agarraron”, digo. En consecuencia, culpo a todo lo que se mueva:

-Coñooo que no me toquen mis vainaaaaaas, ¡nojoda!

-Señor Chino, tenga sus llaves, dice Indira, que es la señora que insiste en trabajar en mi casa, porque es terca o muy valiente. O las dos cosas.

-Ahhhhh, ¿viste la vaina? ¡Ya aparecieron! ¿Y dónde estaban?

-En el pantalón que se quitó ayer…

Responder no tiene caso. Tomo las llaves y me retiro del lavandero discretamente como un novio ofendido en su amor propio.

Te digo que he rebasado esa alcabala memorial y me adentro hasta llegar a otra decididamente más arrecha: Ver el frasco de pastillas y no poder recordar en absoluto si ya me tomé la correspondiente. De repente si, de repente no. Tipo Tin Marín. Sobre estas cosas reflexiono al día siguiente por la mañanita. La memoria cortoplacista a veces me es muy esquiva y la de larga data crece como la verdolaga o el caimito. Por ejemplo, puedo verme junto a mis hermanos haciendo la fulana competencia del “Yo lo vi primero”. Me refiero a los Volkswagen. No adviertes cuantos carros de estos hay por allí, hasta que te fajas a contarlos desde un balcón, aturdido como estás por el calor y por el no tener nada qué hacer. Te hartas, haces un conciliábulo con tus hermanos y solicitas a la Directiva que los lleven de paseo. Exigencia inaplazable de quien pide mejoras en el salario, una huelga de hermanitos ladillados es la que va. Así que una tarde, nos llevaron al Parque Ayacucho, un sitio maravilloso que tenía por protagonista principal la estatua ecuestre del Gran Mariscal. Por allá, se arremolinan los cumanesitos alrededor del grupo performancista “Viva la Gente”. Si. Están de visita en la ciudad. El mismo que cantaba aquello de “las hay dondequiera que vas”. “Viva la Gente” fue un verdadero suceso en la Venezuela setentosa y en el resto del mundo. Las gráciles muchachas llevaban faldas sin blumers y no existía para ellas el sostén, razón por la cual mis paisanitos se acercaban salivantes a las catiras pulposas, como los yanomamis curiosos tocaban las barbas del hombre blanco allá en el año catapum. En tremendo peo se metieron de policía y demás, pero nosotros, a lo nuestro:

Pues que andábamos jodiendo tratando de atinarle a las muchísimas del caballo de Sucre a punta e´mangos, pero la Directiva, (es decir, nuestros padres) estaba ensimismada en las cosas que decía un señor grueso y de mediana edad alrededor del cual se reunían muchas otras personas. Se trataba de Chichón Peinado. Chichón, de quien me hice muy amigo mucho después, era el alma del Parque Ayacucho en esas tardes de encuentros buenos y de esperar que las brisas del río Manzanares revolotearan en completa libertad, y todo mundo con su heladito Frapé en la mano. Las vainas salerosas que compartía el gran cuentista que fue este pana, eran del tipo así:

-Para 1888, la ciudad aún no contaba con una estatua de nuestro hermano, Antonio José. El día que la trajeron, mira, por allá por aquel recodo del río, el barco de gran calado llamado “La Popa de Zamora” en el que venía el general, tuvo que esperar un poco porque la policía investigaba el hallazgo de la osamenta de un chino…(Chichón esperando la reacción. Nada)…para 1856 ya habían en Cumaná muchos chinos lavanderos que le echaban bola en las riberas del Manzanares y pasados mas de treinta años, resulta compai, que el día señalado para celebrar la llegada de la estatua, encontraron los huesos de un chinito y la cosa se puso fea…

Y yo, que fui llamado por mi madre “Imprudencia” Alvarez por todo el tiempo que duró mi infancia, tuve la osadía de interrumpir para preguntar lo obvio:

-Ajá. ¿Y cómo sabían que era chino?

-Porque tenía una lumpia en el culooooooooo, jajajajajaja, tronó Chichón Peinado. Mentira compaíto, -siguió entre risas- eso es echando vaina, vale. Véngase catirito y bébase una Kola Glaciére conmigo.

Claro que el chiste me lo llevé a la escuela porque si a mí me jodieron….

Los muchachos de “Viva la Gente” eran chamos sanos que llevaban un mensaje de amor y de confraternidad por todo el ancho mundo. Sus temas eran simples y atiborrados de gracia, como por ejemplo ese del “París se quema”, que con la E, se convertía en “Perés se queme, se queme Perés” y así con la I o con la U. Tenían además, uno dedicado al siglo XXI, época en que, según ellos, todo sería coser y cantar. Pero quién lo diría. Llegamos al llegadero. Los locos se adueñaron de la clínica…y todo ese bla bla bla. Para mi generación, que tuvo la oportunidad de saltar de la televisión en blanco y negro a Netflix y de los discos de acetato a los cartuchos y de aquí al cassette, al cd, a YouTube y así y así, queda seguir peleando y advirtiendo, porque conocemos de otros mundos, más ingenuos si tú quieres, pero mucho más felices. Es que habría menos gente difícil, y mas gente con corazón. Y váyalo.

Puede ser una imagen de una o varias personas, personas de pie, al aire libre y texto que dice "SHOW DE VIVA GENTE MIRADOR DE LA ABRIL DE 2014 CUMBRE EDUCA RESPOR SOCIA"

 

 

 

 

85Tú, José Pulido, Golcar Rojas y 82 personas más

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viernes, 12 de febrero de 2021

LOS OTROS QUE VOY LEYENDO

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El poema de John Milton, “El paraíso perdido”, se traslada al comic de la mano de Pablo Auladell.

Pablo Auladell ha llevado al cómic los 10.000 versos de “El paraíso perdido”, el poema que John Milton publicó en 1667 acerca del tema bíblico de la caída de Adán y Eva. Cuatro años más tarde y después de haber logrado publicarla, Pablo Auladell ha recibido el Premio Nacional de Cómic 2016. El jurado ha destacado el gran valor artístico y la gran fuerza visual en su recreación del clásico del poeta inglés del siglo XVII, John Milton. También han mencionado el tratamiento del color, el uso original de la iconografía de esta epopeya y la narrativa que consigue al mismo tiempo ser arquetípica y plenamente actual a través de los dibujos de cómic.





ANGELICALES

 




"Llevo toda la vida al borde de ser un ángel sin llegar a conseguirlo".

Mark Twain

A la orilla de una de las tantas playas interestelares, Dios se encontraba pensando. Cavilando pues y repasando sus cosas. Digamos que pensar ha sido siempre su divertimento favorito, pero dada la inmensidad inabarcable de su mente, no podríamos siquiera tratar de entender de qué va todo, allá en lo más alto del pináculo del cielo de los cielos desde donde Dios todo lo contempla. A lo sumo podemos soñarlo de lejos, aquí en medio de nuestra muy importante circunstancia terrenal, de modo que soñarlo un poco sería como olisquear en medio de la bruma de un bosque lluvioso... algo así. Ahora que lo pienso, pudiera ser que lo que estoy soñando no sea más que una semilla que Él alguna vez plantó en el devenir de un pestañeo. Digamos en un plin. Supongo que implantarme un sueño, para Él es tan simple como planificar una galaxia o abrir un par hoyos negros de esos bien tragones, pero qué voy a saber yo. Sabiéndose Alfa y Omega, un día de esos que se inventó para sentarse a pensar, Dios concluyó que algo habría de hacerse con tanta vastedad y tanto silencio sideral. La inmensidad estelar en esos tiempos antiguos, aún no tenía el nombre de universo y sobre estas cosas originarias, Él reflexionaba. En medio de su inmensurable infinitud, francamente no las tenía fácil. No es que tuviese problemas, sino que de su profundo y divino ensimismamiento, -que duró al menos tres siglos celestiales, o sea, cien millones de años de los nuestros- surgieron decisiones que afectarían los confines del nunca jamás de las galaxias más lejanas y aún no domesticadas por La Presencia, como también lo llamaban en los corrillos del barrio angelical.
-"He pensado", dijo al fin, parándose de la arena de todos los tiempos y de todas las playas negriazules del espacio. Y sacudiéndose los pantalones, también exclamó: "A trabajar".
Estas cuatro Palabras Esenciales: "He pensado. A trabajar", involucraban como te digo, una importante decisión. Una realmente grande. Monumental. Insólita, digamos.
-"Sea", sentenció desde su aliento de volcanes.
Y extendiendo su dedo hacia el frío y oscuro firmamento original, de pronto nació una estrella. Luego dos. Luego diez. Estas pequeñas metras, que se alejaban llenas del fulgor divino, parecían necesitar cierto orden y entonces, levantando una ceja, creó las órbitas y la gravedad
Volvió a estirar su brazo fundacional y fue así como surgieron miríadas de soles y planetas. "Esto, para empezar", concluyó satisfecho.
Labor extenuante esta de crear mundos nuevos, pero la ocasión era propicia para la celebración. El poderoso oboe de convocar pequeñas deidades sonó y por eso Lucifer se presentó:
-Divina Presencia, héme aquí.
-Téngase la bondad. Necesito una mesa larga. Y música y pasapalos. Que me traigan vino. Como candelabros, aquellos luceros. Me voy a mi trono, que allá los espero. Eso sí, nada de ángeles rubios con voces hermosas. Del polvo cósmico de mis entrañas nació un pequeño globo que por lo visto, ha pasado inadvertido frente a ustedes. Se llama Tierra. De allí tráigame a King Crimson, por favor. Luego a Coltrane con "My favorite things". Le pasaré mi playlist, de manera que no haya pele. ¡Mirad de qué van allá abajo!



-Ellos aún no han nacido, oh, Presencia Tutelar. De hecho, apenas nadan como pueden las amebas y otros bicharenguitos. Por cierto, según ha dispuesto, en cuestión de microsegundos nacerán voraces animales como el tigre. ¿No es demasiado otorgarle también dientes de sable? ¿No es injusto que se coman a los más pequeños? Los pobres conejos...asesinatos por doquier en todo el orbe sin posibilidad de escapatoria. No ha respirado nadie todavía y ya usted ha decretado la muerte de todos.
- ¿En serio? Ocasión, tiempo y oportunidad habrá para toda criatura. Sólo eso responderé. Por este ultraje te condenaré a vagar por los rincones más lóbregos del espacio. Ahí te estarás dos eternidades y media.
- No importa. Los ofidios se comerán a los sapos y estos desarrollarán una lengua larga para atrapar insectos. Las aves a su vez comerán pequeños moscos y gusanos y así. Más adelante vendrán el sexo libidinoso. Y lo que es peor, de su mente ha salido el orgasmo... ¡Qué cosa! Una idea novísima, eso sí. Debería irse a descansar. Deje que me encargue.
-Cuarenta eternidades poelpecho. ¡Fuera! Arcángel Gabriel, traiga la pantalla home theater de todos los tiempos y me la guinda en la constelación de Orión. Quisiera ver el futuro de la humanidad ahora mismo. Constatar pues, que harán con la autonomía que les otorgo, y cómo enfrentarán su propio tiempo sobre la Tierra. Ahí na' ma: Oh, ya saben enterrar sus muertos y cuidar a sus familias ¡Qué bien! Hmmm...lo malo es que aprendieron a matar para tomar el control de los demás...dale FF al VHS. Adelanta. Más. Ahíii.
-Divino, ese perol no existe. Bueno, en su momento será suplantado por otras tecnologías más veloces.
-Calla. A ver: etruscos, misterios del año de Pi, Edad Media, Savonarola, brujas de Salem, reyes de Europa, revoluciones...se siguen matando. Qué vaina. Y en mi nombre.
-¿Me permite una observación?
-A ver...
-Dele el señorío a los animales. Ellos matan por hambre y nada más. Pero estos tipos están locos, mire Usted...
-Tendré que morir con las botas puestas. Es un decir...
-¡ La Presencia! Es decir Your Jáigness, Su Presencia, mi Dios! ¡La guerra de los 100 días! ¡La guerra de secesión! ¡LAS GUERRAS MUNDIALES! ¡Y falta la Tercera! Estos solo piensan en dominarse unos a otros a cualquier costo. Pero nada se compara al populismo, ¡Oh!
-...lo he estropeado todo. Parece que la cagué. Es un decir. Tengo que pensar. Otra vez. Me sentaré al amparo de aquella luna, será. Gabriel en el futuro, por las noches, ¿quiénes me sueñan? Debería saberlo pero es que la cosa apenas está empezando y ya me tienen harto.
-Millones. El que esto escribe, por ejemplo. El mundo se empeña en que nada de esto existe pero el Chino es tenaz. Tiene la idea absurda de que todo cambiará. De que usted intervendrá. Lo malo es que piensa mucho en sexo. Culos y tetas y todo eso.
-Todos piensan en lo mismo, pero este lo dice. Mi pobre loquito...ahora le dio por escribir. Bueno, tiene tiempo en eso. Una de estas noches me lo traes en un sueño...por cierto...¿Qué está soñando este men?
-Con sus hijos, con libertad y con Simonetta, la de las pinturas, que es su sueño favorito.
- No sabe nada el muchacho. La humanidad completa querrá comer ahí. Es un decir. Por lo visto no podremos celebrar todavía. Buscaré una salida.
-Presencia, apúrese que el cuento va por las gotas mágicas...
-Ajá.

miércoles, 27 de enero de 2021

INVENTARIOS

 


Ayer salió la lancha Nueva Esparta, o cómo hacer un inventario de existencias.

No es que cavile. La indignación es tan voraz, que se come todo lo que hago, o voy pensando. Pasados unos días, se me niega el sosiego por vía de decreto, pero no es gran cosa. A otros venezolanos les tronchan la vida, que para respirar en Venezuela mi hermano, hay que pedirle permiso al tirano.

Que me olvide, dicen. Que me calle. Que guarde la compostura. Coño, cómo quisiera. Alguien que me preste su cuarto de los peroles para yo meter mis vainas porque aquí ya no hay espacio.

Un laíto ahí, broder.

Hacer como si nada pasara sería para mí como un full day en Los Roques o algo por el estilo. Busco de meterme de lleno en un libro y me embadurno con su historia. Una epopeya de verdes de selva con expedicionarios valientes que me ven del otro lado del tiempo.

De pronto, desde una foto el rostro del señor Lichy, papá de Atahualpa, a través de algún extraño artificio, se va convirtiendo en el de mi profesor de Derecho Penal I, el doctor Raúl Mathison, aquel de la elegancia a la medida. Intelectual en toda regla, con su voz pastosa y grave de esas que espantan guacharacas, un día llegó al salón preguntando: -¿Quién sabe lo que es el tatbestand? ¿No hay nadie aquí? ¿Y el tatbestandmasiskäit? ¿Alguno de ustedes que haya repasado la conducta delictual y su encuadramiento con la disposición legal para que la ley surta sus efectos?

Ya el tipo se estaba arrechando cuando con voz de trueno quiso saber si al menos un alumno, por pura casualidad, habría levantado la tapa de "El Crimen Inconsciente", el libro de Abel Sánchez Peláez. Silencio espectral en el aula.

Yo, creyéndome tocado por los dioses, respondí con aplomo en esa oportunidad, que había leído "Huellas" y así me lancé al caletre:


 "Son nuestras huellas

siglos e instantes,

estaciones floridas y melancólicas,

anhelamos un futuro distinto, que nos sea propicio en medio de dolores y alegrías..."


-Qué gracioso eres, vale. Dos puntos menos, sentenció. Con su dedo de salchicha me acusó casi de idiota por haber confundido al poeta Juan con su hermano Abel, el psiquiatra. Saciada su sed, Mathison volvió a ser el profe bueno que hablaba de teorías penales y de filósofos como Heidegger. "Dos puntos menos por bolsa", me dije.

Es que las leyes, los pensadores, los profesores y tantas idas y venidas a la biblioteca "Rojas Astudillo", ante toda esta perenne y monumental tragedia, se fueron al carajo. Mathison ahora mismo se volvería a morir. ¿Cómo es que aquí hay crimen y hay pena y hasta tenemos las leyes, y sin embargo son nuestros muertos, culpables y puertas que conducen a la misma estancia llamada dictadura? Es como preguntarle al pulpero si el queso que vende es fresco: -Es de antielito, pruebe una lajita, dice el criminal en cadena nacional.

Pero no solamente se trata de las teorías jurídicas o sociales y menos de teorías económicas. Lo que importa en realidad es precisamente eso, torcer la realidad y adulterar el inventario de existencias:

-¿Hay sobrevivientes?

- No, presidente.

-Bueno, del carajo. Si por casualidad queda alguno, me lo ahogan debajo del agua. La gente se muere todos los días, qué coño, ¿Uhm?

¿Inventario de existencias? Ahí no metieron a mi viejo pero yo lo incluyo. Mi padre murió hace tres años en un sitio al que extrañamente llaman hospital. Ahí lo mataron ¿Podrá ser sumado a la ingente cantidad de muertos que la dictadura ordena para meterle miedo a los que vayan quedando?

Nos matan y palcarajo. Nos matan bien muertos en las indignas salas de redacción de muchos portales y canales, ahora convertidas en puticas de polvo de gallo:

"En otro orden de ideas, detuvieron al dueño del peñero", afirman, dejando por fuera del cintillo a los ahogados para que se hundan en el mar del olvido de una puta buena vez: " -ahora las cifras del Covid". Embullen a los pendejos. El dólar paralelo, ¡bajó! ¡Qué éxito! Coño mano, ¡Qué alegría! ¡Se armó un limpio! De importancia capital mentir o bien, adulterar la noticia. Un gafo encorbataíto del canal 8 hablando a modo de guía espiritual: sonríe, sonríe. Qué bello es todo en el país que va dando tumbos pasillaneando, pasillaneando, en lomos del caballo, caracoleando, caracoleando.

A mí me harta la canción del "llevo tu luz y tu aroma en mi piel". Sí. Qué ladilla esa vaina si consideras las oportunidades en que tuve que llevar a mi papá al Padre Machado para constatar mil veces que la máquina de quimio no servía. Inventario de existencias. Se supone que, finalizando el año, cada quien va haciendo su inventario. Este año ha sido imposible por el virus. Pero, debajo de esa desgracia viral, se esconden otras peores. Con esconder me refiero por ejemplo, a deslizar noticias que se supone, le hagan algo de justicia a la dictadura que nos oprime. No a nosotros. No a los venezolanos. Arrecho: en un alarde estratégico de nombre rimbombante, de esos que meten al Sebin en una peli de Tom Cruise, resulta que apresaron al dueño del peñero. (Música incidental de Misión Imposible, por favor). Como el tipo soltó la sopa, agarraron también al ominoso terrateniente contrarrevolucionario, amo y señor de la piazo e' finca de cocos de donde salió el peñero muy parecido a aquella lancha Nueva Esparta, que salió confiada, a recorrer los mares. Cuando se lo llevaron detenido, el carajo sólo atinó a decir: -qué esperanza pa'l que siembra coco.

Nadie habla de huidas pavorosas. No hay noticiero que diga que el estado Sucre es símbolo de toda la miseria y el hambre que padece Venezuela. Allá no llega la música de protesta de Alí Primera ni el vuelve a tu canto de turpial ni el qué triste se oye la lluvia.

Tú dirás que exagero: en el diario Últimas Noticias, afirman que no fue un accidente sino que a los veintiún pasajeros del peñero los mataron a tiros, como si la desgracia no tuviera una raíz llamada dictadura, como si la muerte le entregara una medalla al tirano para exonerarlo de culpas. Muerte, es muerte y su apellido es Maduro.

Decir que eres presidente porque las FFAA es tu guarda de corp es fácil y depinga. Como hacer un Tang. Una tragedia tan increíblemente grande cual es la venezolana, que viene y se le derrama por las comisuras del maldito bigote, y el tipo cayéndole a coba a todo el mundo: -Delcy, pónganle preparo a esos portus. Algunas panaderías abusan con el precio del pan de jamón. El C.C La Cascada prendió su arbolito, ¿Ah, Aristóbulo? Mafino...

Jorge Rodríguez, anda y le hablas de navidad a la comunidad del Municipio Valdés, en Güiria. Let is snow, Let is snow, Let is snow...porque lo que pasa mi pana, es que allá lo que hay es cocaína burriá y, ¿Quién los manda a huir del país por mis rutas de comercio? ¿Qué culpa tiene la estaca, si el sapo viene se ensarta?, se preguntará Diosdado.

Güiria la costa, 2:00 a.m.

Cocoteros conversando:

-Compa, mayor gentío. Otros que se van par coño. Cómo cambia la verga, mi primo. Desde el año catapúm lo que se veía era gente llegando... ¿Te acuerdas de Amyas Preston?

-Nojoda, ¿Y Colón? Mira, ya se fue el peñero... pobre gente.

-¡Allá! ¡Se devuelven nadando pero la resaca se los chupa!

-¡Marisco! ¡Lo están matando!

-Ahogados o pasados por el filo, es la misma vaina... ¿Cómo es que dicen en los barrios, hartos de llevar tanto coñazo?

-Tanto nadá pa' morí en la orilla...

-... Aquí es literal.

- Zi, zi, zi...