Jose Rafael Malpica Materan:
Termine de leer El pais de los turpiales. Si no lo han leido, recomiendo lo hagan. Aguda critica social con humor criollo y salpicado de conocimientos de cultura general y sazonado con lexico de barrio oportuno.
Blog oficial del escritor Eziongeber Chino Álvarez
Termine de leer El pais de los turpiales. Si no lo han leido, recomiendo lo hagan. Aguda critica social con humor criollo y salpicado de conocimientos de cultura general y sazonado con lexico de barrio oportuno.
Morir de hambre es también morirse pa'lapinga, como
dicen por allá. Se afirma y se propugna como un logro fundamental de la
revolución, el hecho de que la tasa de muertes por mano ajena, es muy baja en
Cuba. Que la gente le perdió el gusto a algo tan vulgar como el homicidio y que
morirse así, tan feo, quedó proscrito por Fidel y sanseacabó. Yo no estoy tan
seguro de eso. Te confieso, sí, que escribir "homicidio" en franco
descontexto con "Fidel", me parece una contradicción impertinente,
puesto que si tú impones un criterio, una bota y de paso hay que bailarte pegao
hasta el mero día de tu muerte, eso mismo significa que matarías a quien sea
con tal de atornillarte en el poder, como de hecho es así. Inclusive te
atornillarías después de muerto a través de tu descendencia, lo cual
constituiría un acto de prestidigitación más arrecho que cualquiera de los de
David Copperfield. Eso es mucho decir. Un truco admirable eso de considerarte
el pájaro guarandol del comunismo y al mismo tiempo el monarca absoluto de la
güevonada. Rey al fin -y a rey muerto, rey puesto- serían tus sucesores los que
se chupen un país entero de cabo a rabo hasta el final de los tiempos. No lo
lograrán. ¿Estos tipos en Cuba? los carajos se han ido comiendo la isla con la
prosopopeya y el caché que otorgan 62 años sojuzgando y ahorcando a su propia
gente, poco a poco y frente a todos. No es que antes que el barbudo llegara el
mundo fuera perfecto para los cubanos, claro que no. Pero el tipo se empeñó en
destruir al menos tres generaciones de sus connacionales y lo logró. Para colmo
de males, el tipo exportó su idea. Ese pastiche se lo compró un pocoe'gente
"y aquí los tenemos hoy" como diría Ali Primera en la canción
aquella. Ni Mr. Croc, el inventor de la cadena McDonald, llegó a tanto.
Escribo esto con temor de que asesinen personas
allá en Cubita la bella, pero te aseguro que la esperanza me lleva con ella. De
calle. Escribiendo, en el interín me he preguntado cuál será la
distinción entre morir en un mugroso hospital público cubano a causa de
cualquier pendejada, a que te maten de un sólo pepazo como a un perro por tu
empeño en huir de una tragedia tan inmensa. Yo no encuentro ninguna diferencia.
Gentilmente te invito a que imagines, en base a esta afirmación mía, la
cantidad de muertes que genera una dictadura. De plano, ahí cabe un
coñazoe'gente. Decir régimen cubano, es decir régimen venezolano, que es decir
régimen nicaragüense. Tanto ha sido el afán de hacerse con el continente que
han tenido que vivir de aterrorizar a sus propios ciudadanos para que se
conformen con la miserabilísima vida que han llevado hasta ahora, mientras
ellos se encargan de colonizarnos aquí y allá. Son unos malditos. Usted pone a
Díaz Canel y a Maduro en una foto y se enmorochan en una gota de mierda. Coño,
perdóname esa. ¿El cuarto de Tula, agarró candela? Todo tipo de crímenes ha
cometido la dictadura cubana. Nada le ha importado con tal de regar la especie:
lo que sucede en la vida real de la isla es mentira, y vale más que creas en la
fantasía de franelita del Ché con su boina uniestrellada. Diaz-Canel
Singao. Te agarraron fueraebase.
Y qué pasará ahora, te preguntarás con justa
razón. Seguramente la dictadura cubana está analizando la situación en detalle,
pero igual entromparán. No se quedarán con esa. Sopesan cada decisión. Miden
por encima de todo, cómo les afectará ahora vivir de una mentira mil veces
repetidas en el mundo exterior. Asesinos. En los vídeos no se aprecia un solo
líder sino el vuelo como de cientos de miles de estorninos que son esas aves
que ejecutan su danza aérea sin un fucking líder. Es el Principio de la
Sardina. Es tener la convicción de una pequeña sardina que crece en dignidad y
en coraje cuando se junta con muchas otras. Lo que sucedió hoy 11 de julio de
2021 importa. Nos importa como venezolanos. Nos importa como seres humanos.
Rescatar hoy a Cuba es lo que realmente interesa, que si esto se logra, la idea
masturbatoria de que se puede dirigir una nación o un continente
afianzado en la mentira, en la fuerza y en el crimen quedará atrás, en el más
remoto pasado. Hay que sumarse a Cuba porque queda claro que la sola idea de
ser libres es inherente a todo ser humano sin importar el tiempo que se
permanezca secuestrado. Latinoamérica libre de los miserables que nos oprimen.
Menos que eso, no queremos.
Tuvieron que labrarse un arte de vivir en tiempos de
catástrofe, para nacer una segunda vez, y en seguida luchar, a rostro
descubierto, contra el instinto de muerte que está activo en nuestra historia.
Albert Camus
Esas palabrejas bonitas y esperanzadoras que te dice la gente cuando
estás de malas. Una que yo recuerdo ahora con mucho cariño, es aquella de “No hay mal que dure cien
años, ni cuerpo que lo resista”. Te digo, prácticamente no había en todo el piso cinco, una sola
persona que no se acercara a mi cama -que de muchas maneras era mi celda- con
esas y otras lindas expresiones solidarias. Típico. Naturalmente, cuando tú
tienes seis años y estás confinado a una cama y el médico lacónicamente le desliza
entre susurros a tu madre que tu estancia en el hospital puede extenderse hasta
tres meses más dependiendo de la evolución de tu pierna y de que -por vida de
Cristo- entiendas que debes quedarte tranquilo, cualquier bonitura que te digan
te suena a mentada de madre.
La situación era seria y desconcertaba a mis padres debido a la
particular circunstancia de que el correr, el saltar y, en una palabra, el
estar siempre jodiendo por ahí, era mi sino característico y por eso mismo
tenía que pagar el precio en el Hospital Miguel Pérez Carreño. Nada, que había
que “inventarse una”, decía mi padre. Una tarde en que la abulia me abatía,
llegó de visita mi abuela Ignacia. Ella, ahora que lo pienso, no podía ser de
este planeta. Decía, por ejemplo, que una mujer debía caminar con el garbo de
una señora llamada María Félix. Que había que usar tacones todo el tiempo. Que
el sobretodo era fundamental y que, por añadidura, una mujer tenía que saber
leer. Sí. Leer: el gran misterio en el que ella abrevaba allá, en “El Cuarto de lo Imposible”, como llamaba a su estudio.
Esa tarde gloriosa, tocó la puerta de la habitación, dio las buenas
tardes a los presentes y comenzó a bailar charleston, su rutina preferida. Mi
alma zurumbática comenzó a sonreír al besarme mi abuela entre arrumacos y poniéndome
encima de la panza un gran bolso atapuzado de regalos. Libros. La cosa iba de
libros empastados y aunque no tenía el hondo significado de cuando Primo Levy
le leía a Pikolo, su compañero de infortunio en Auschwitz, trozos y trozos de “La Divina Comedia”, puedo considerar a “La Cabaña del Tío Tom” como el primer libro fundamental de
mi vida a pesar de la parquedad del texto condensado y la profusión de imágenes.
A muchos les parece curioso que me iniciara con un libro tan triste en el que
un viejo esclavo del sur de los Estados Unidos sufría vejaciones y abusos, pero
por razones que ignoro lo preferí al amor infantil que Becky Thatcher sentía
por ese genial pilluelo llamado Tom Sawyer. Y ni hablar de los niñitos en “Corazón” de D’Amicis.
Creo que, de alguna manera, todos buscamos impregnarnos una y otra vez
de aquellas emociones conforme al viejo artilugio de tratar de hacer memoria
sobre ese desvencijado primer libro. Sentir, por ejemplo, el coraje de la niña
Evangeline, amiga del viejo esclavo cristiano de Kentucky, o la furia de Acab el
marino iracundo que, resuelto, se enfrentó a la gran ballena blanca. Un sinfín
de historias marcaron mi infancia atribulada y en todas quiero buscar la huella
que la lectura ha dejado en mí.
Un poco más adelante, a los trece años, “Jesús de Gramovén” era el libro más comentado en los círculos
“intelectuales” de mi primer año en el Ciclo Básico Común. Arribar al
bachillerato, era motivo de orgullo y conocer la historia de este Jesús
caraqueño, de barrio y de escalinatas, era preciso. Jesús de postes de luz mil
veces meados y de mucho malandreo, la
palpitación voluntariosa que nos traía un nuevo mundo deambulaba en algún
rincón de las mentes de todos los que más o menos leyeran y allí estaba yo, que
sin ser el primer chicharrón de la vaina, ya me sabía al caletre “La leyenda del Horcón” y los fríos cordilleranos de la loca
Luz Caraballo. Ojalá que todo aquel que tome un libro entre sus manos, lo
desmenuce y digiera como si fuera esa última y patibularia cena, pero por
suerte o por desgracia, las cosas no son así.
Lo que sí es verdad es que en todas las casas de mis amigos y también
en la mía, en los entrepaños de las muy modestas bibliotecas se suscitaban
poderosos debates. Así, la ventruda antología de poemas recogidos bajo el
nombre de Luis Edgardo Ramírez competía con el “Humor y Amor” de Nazoa y estos dos con “Yo visité Ganímedes” de Rodolfo Benavides y este con “Los Amos del Valle” y entre todos
trataban de hacerle cayapa a Reiner María Rilke, pero el poeta adoraba a Kafka
y este a Gregorio Samsa, y Samsa…pana, no puedo llegar ”Hasta Cien Libros” parodiando a Uslar Braun. Pero ¿cómo
te relacionas con un mundo de papel absorbente que todo lo desecha por el
bajante? Con la lectura, entiendo yo. Leer te vuelve intocable. Nada puede
contigo.
En mis tiempos de estudiante, no había manera de financiar un vicio tan
poderoso, por llamarlo así. Se planteaba el viejo dilema de, o pagas la renta impostergable
en la residencia más la universidad, o te compras un libro bien editado y por
tanto no había caso: los estudiantes que no queríamos morir ahogados dada la
vasta e intrincada realidad, llegábamos en manadas multitudinarias hasta el
puente de la Avenida Urdaneta hurgando entre ediciones de bolsillo y otras presentaciones
de entredicha calidad, pero esas vainas a nadie le importaban. La cosa era
encontrar algo que nos salvara el pellejo a cambio de pagar cinco bolos. De
esta manera logré toparme con “Elena y los elementos y otros poemas” de Juan Sánchez Peláez, además del famoso “El acusado y el psiquiatra” y de “El Crimen Inconsciente” con autoría de su hermano Abel. Todavía
conservo esos tres libros como un tesoro, y tal cual son. Un pelabolas era yo,
pero un pelabolas feliz llenando aquella humilde alacena con toda suerte de aventuras
más un “Bolívar de
carne y hueso” de
amores trashumantes con “La esposa del Doctor Thorne”, de Denzil Romero. La lectura en la vida de
un hombre, se convierte en la historia de todos los hombres.
Por estos días le preguntaba a Edilio Peña cómo sabe cuando termina la
carrera de un escritor. “Un escritor no termina nunca de ejercer su oficio”,
fue su respuesta. A mí me parece estupendo para nosotros los lectores, si
consideras por un momento estos ejemplos.
Tomaré la
experiencia de Laure Adler quien, refiriéndose a la muerte de su hijo, declaró:
“Si no me quité la vida, fue porque
casualmente me topé con “Un dique contra el Pacífico” de Marguerite Duras”, que
encontré en una casa alquilada para el verano:
“.. .de
hecho siempre tuve el sentimiento de que me estaba esperando. Ese verano
acababa de pasar por una de esas pruebas de las que uno cree que nunca podrá
reponerse. Me consta que un libro, al trocar mi tiempo por el suyo, el caos de
mi vida por el orden del relato, me ayudó a recuperar el aliento y a avizorar
un futuro. La feroz determinación y la inteligencia del amor que manifiesta la
muchacha de Un dique seguramente contribuyeron mucho a lograrlo.”
De manera que, simplemente hago lo mismo que
otros han hecho desde el principio de los tiempos: cobijarme siempre en la
lectura en momentos de aflicción y también en lo festivo. Puede el mundo dar mil
vueltas. Puede la convulsión apresar la mente de millones y sin embargo la
novela que te espera pacientemente es mucho más importante. Sentirme como un
vulgar reo encadenado a la luz de un amarillento candil no significa nada si
dejo que la lectura ponga el orden necesario.
Un secreto comparten autor y lector al que nunca nadie ha tenido ni
tendrá acceso. Un universo de conjunciones sonoras. Todo está sujeto a un
arreglo consensual en el que las letras confluyen en el gran río del
pensamiento y todo espesor se disuelve en ese río y toda opacidad se
transparenta en sus orillas.
17 de abril de 2021
(In space no one can hear you scream)
Esa película la he visto antes y no
me refiero a Alien.
Año 2122. Nostromo, una peculiar nave
espacial, surca los espacios interestelares fría y laberínticamente. Viene de
regreso a la Tierra, luego de colectar veinte millones de toneladas en metales
raros que tomó de algún cuerpo celeste. Sus siete tripulantes mientras tanto,
duermen el sueño de los justos criogénicamente. Hibernan a pata suelta. A la
buena de Dios, para ponerlo bien claro. El punto es que insólitamente estos
científicos son despertados del sueño profundo, porque la computadora notifica
que algo o alguien pide ayuda en tal planeta y los tipos sin pensárselo mucho,
hasta allá se llegaron. Te hablo de Alien, la película, que aun cuando es
considerada una obra maestra del suspenso, déjame decirte que en toda la
historia del celuloide, hay pocos films que no vengan empacados en eso mismo:
el “suspenso”. Sin suspenso, a ti no te daría tiempo de comerte las cotufas con
su fresco a lo largo de la peli. Te quedarías afuera hablando con un pana, ahí
ladillao porque claro, si no te mantienen al borde de la butaca, no hay ritmo.
Otro ejemplo sería el de la muchacha que despreocupadamente nada en la laguna
negra y de pronto se de cuenta de que el monstruo viene subiendo desde el fondo
de las aguas y huye despavorida. ¿Cuál sería la gracia si no la sorprenden cerquita?
Ni las novelas más balurdas se salvan. No puedo ni imaginarme una escena por
ejemplo, sin un timbre en la puerta:
(ding, doooong)
Cejas arqueadas y premonitorias de la
protagonista, que detiene abruptamente la lavada de los coroticos para, de seguidas,
preguntarse en medio de una terrible angustia:
“¿Quién podrá ser a estas horas de la
noche?”
(ding, doooong)
-¡Abran la puerta, en el nombre de la
Ley!
Ahí se prende el paranpanpán. Es que
todos los cuentos que nos decimos, suspendidos en el arca de los tiempos
ancestrales, se originaron en la angustia del primer homo sapiens. En su primer
gruñido armónico o en el primer gesto de asombro, hace más de 2.500.000 años.
El devenir pues, puso a estos panas en tres y dos, y digo yo que por eso
dejaron de limpiarse las pelambres de la espalda unos a otros, para dedicarse
al cotorreo, una vez arreglado el asunto de las cuerdas vocales, la lengua y
todo el sistema que tal y tal, hace alrededor de 50.000 años:
-Chamo, tienes tu siembra abandonada.
Ese terreno ´tá montao. Y tú también vives montao, qué bolas…
-Es que eso es muy rico, ¿qué quieres
tú, ah? Debo ampliar mi progenie para aspirar a tener mi propia tribu. Y nos
vemos. Es tarde ya me voy, mi negrita me espera, hasta mañana. Chau.
Y así. En realidad, no sabemos cuándo
comenzamos a hablar, pero, por otro lado, de acuerdo con las pruebas acopiadas,
la capacidad de escribir la adquirimos hace seis mil años antes de Cristo.
Pictogramas, ideogramas, jeroglíficos y demás. A la par que desarrollábamos la
escribidera, rimábamos. Esto que quiere decir que, desde entonces, somos poetas
por necesidad. Es que los viejitos de la tribu descubrieron que, si rimaban, el
mensaje le llegaba clarito a los muchachos quienes después lo podrían repetir,
para preservar la historia de todos:
“Me puse a amarrá una burra
a la pata de un cují
la burra patá conmigo
y yo siempre la amarré…”
- ¿Qué te parece nietico?
- Nojoda abuelo, eso no pega.
En 305 D.C., los chinos inventaron
planchas de cerámica pudiendo imprimir en ellas muchas hojas de papiro que
serían distribuidas por todo el reino y en 1440 pues nada, Gutenberg cambió
para siempre la forma de comunicarnos. Es que somos el epítome de muchas
historias, cuentos, chismes y chascarrillos que compartimos desde siempre,
hasta que un día llegamos a la excelsitud más alta y entonces comenzamos a
caernos a mojones nosotros mismos. Ahí nadie nos gana. Tal es el caso de un
bonaerense que, por estos días frente a la tele, se quejaba de la paupérrima
bolsa que reparte Fernández mensualmente. Le quitaron cinco productos al pobre
señor y eso que el tipo es fan de este otro. Así no se puede chamo. Pero te
digo una vaina: esa peli también me la sé. Y porque me la sé, te digo, que a ti
no hay que regalarte un coño, ché. Mecanismo tenebroso y coñoemadre ese
repartimiento gratis de comida. Un gobierno serio no genera dependencia. Más
bien, contribuye a que el ciudadano eche pa´lante, pero eso es precisamente lo
que prohíbe una dictadura. “Progresan” pero para maltratar al ciudadano hasta
desvencijarlo y quitarle nojoda, hasta el último par de medias. Eso de esperar
que un tipo venga a ponerte algo de comida en la mesa, te achicharra el coco.
Te ofende, date cuenta. Es que tener a la gente en perpetuo suspenso es una de
las características más prominentes de una dictadura. Ahí, pendientes y
salivando por un mensaje que les cambie la vida en la forma de un bono de medio
dólar. Coño, qué éxito. No es que una economía de libre mercado no tenga
pifias, pero al menos en este país, nunca se ha visto la enfermiza altivez de
un tipo que te amenace con dejarte sin papa, a la hora del té:
- ¿Pa´donde van a agarrar con esa
pata hinchá? Soy Dios, coño. Y no la chillen, porque ahí les deposité una
güevonaíta en la cuenta.
Yo digo que después de 2.500.000
años, habría que pedirle disculpas a Hannah Arendt, la filósofa que mejor
diseccionó el funcionamiento de una dictadura. Qué pena con esa señora. ¿Tú
sabes lo que es joderse tanto para que ahora los peruanos elijan libremente al
tipo que les hará la vida de cuadritos y que eventualmente pondrá al país al
servicio de potencias extranjeras? Es que por estos días montar un parapeto
comunista es más fácil que hacer panquecas de Aunt Jemima: Disolver el
Congreso>Asamblea Constituyente>Nueva constitución, y listo. A este fulano
habría que repetirle aquello de Juan Gabriel: Lo que digas, me lo sé ya de
memoria. Qué batiburrillo, caballero.
Tener a la gente en perpetuo
suspenso, es una de las características más importantes en una dictadura porque
doquiera que germine este gran cuento y de acuerdo a las particularidades de
este u otro país, pa´llá es que van. Está en el libreto de Antonio Gramsci, el
ideólogo marxista italiano:
Camaradas: Para mañana, un anuncio
patriota, puntual y muy heroico. Como dirían nuestros hermanos del Asia: Si no
hay lial, no hay lopa. O se inscriben en el partido, o no hay vacuna. O no hay
harina pan. O no hay luz. Tampoco gas.
Es que coberos, cuenteros y
criminales es lo que siempre ha sobrado en este mundo desde que bajamos de la
rama y comenzamos a envidiar el trigal de los vecinos. Llegarán los chinos,
llegarán los cubanos. A Castillo, los aseres antillanos le dirán que el tipo es
más bravo que Túpac Amaru. Los chinos por su parte, enviarán emisarios
chiquitos y flacos que, hechos los pendejos, ofrecerán llevar un trencito
supersónico que paseará por las adyacencias de Machu Pichu haciendo las
delicias de grandes y chicos. ¿Un Evo en tierras incas, pero con sombrero?
Bueno, ahí te lo dejo. El llano agarró candela y el jolgorio de la progresía
mundial no puede ser más grande, pero yo te cuento un cuento:
No eran diez, sino siete los negritos
y siete los pasajeros del Nostromos: Consideramos como un hito el planteamiento
técnico y sci-fi de Alien. Antes de esta película, los acercamientos de Kubric
con relación al tema fueron vitales, pero nada como Alien: El Octavo Pasajero.
También el libreto es de suma importancia: Una raza parasitaria que pretende
colonizarnos, pero antes debe matarnos. Coño, mano… Sin embargo, hay un aspecto
filosófico del que no nos enteramos, y eso que nació con nosotros hace millones
de años: Le perdimos el miedo a ser devorados por los dinosaurios. Ya no le
tememos al invitado siniestro que entra en tu casa, como los chinos que ofrecen
tetas y hermosos culos por Tik Tok y todo mundo gozando una bola. ¿Quién dijo
que el miedo es malo, si como sabemos, es lo que nos permite guarecernos in
extremis por allá en aquellas cuevas? El mayor de todos los terrores es ser
defenestrados del tope de la cadena alimenticia y en el fondo en esto radica el
éxito del film. Igual pasó con Tiburón. Pero Latinoamérica se entrega
primorosa. Le abre las paticas a estos miserables ¡Ven a mí que tengo flor!
Gime Fernández desde Argentina. El mundo, ya lo ves, ta´ puyao, como el whisky
margariteño. Una nave espacial con siete mil millones de carajos adentro. Todos
presos e hibernando. No tendremos oportunidad de decirle al compañero que va al
lado: Eso nos pasó por agüevoniaos. El Octavo Pasajero es China. El puesto se
lo disputa Rusia. Biden cree que donkey penis is a horn y si a mí me hubiesen
dicho que nos iba a pasar toda esta vaina me quedo en mi rama tranquilito y
esperando a que pase el vendaval. Y Váyalo.
La culpa es de Dagwood Bumsteed,
conocido entre nosotros como Lorenzo Parachoques. Sí. Porque de algún lado
tendría que haber sacado yo esa manía de tratar de manosear la angustia existencial
que me acogota de tanto en tanto, así, tipo 3 de la mañana y que me conduce
inexorablemente al viejo refrigerador. Me digo: “pana…coñoesumadre Lorenzo y
Pepita”. Como un expedicionario me adentro poco a poco a la nevera a ver qué
tal, e imaginándome de paso a Parachoques viviendo en Venezuela. Sería un dulce
desquite verlo deambular por la calle
del hambre, buscando qué meterle al Dagwood Sandwich, el condumio niuyorkino
que bautizaron en su honor.
Mientras tanto, llueve. La gran
lata, pues. Sigo pensando en Lorenzo Parachoques y en esa especie de maldición
que heredé de tanto leer sus historietas. Chico, hay derecho. El señor
Parachoques es un clásico de los suplementos. Tenía esposa, dos hijos, un jefe
que le hacía la vida de cuadritos, un cartero, una perrita silente llamada
Daysi y un hambre inextinguible como la mía, pero en todo caso, me pregunto las
vainas que soñaría el tipo después de zamparse semejante papa, mientras le abro
la puerta a Pinta porque en verdad, llueve bastante. Le digo:
-Pasa cariño, que hace frío.
Ella no responde ni con un
“arf”, pero igual, entra. En eso se parece a Daysi, la perrita de Lorenzo. Muy
callada y circunspecta, Pinta es maravillosa. Celosa vigilante, dentro de la
casa no hace barullos. Simplemente todo lo olisquea pendiente del menor ruido.
Sé que tengo que aguantar aunque me esté durmiendo a la par que escampa un
poco, porque mi perra no es de las que aprovechan la ganga de dormir en el sofá
de la sala hecha la pendeja como la mascota de Lorenzo, no señor. Ella, Pinta,
quiere volver a sus labores de vigilancia cuanto antes porque eso de ser perra
guardiana se lo trae en la sangre quién sabe desde cuándo y le resulta
inevitable.
Cesa la lluvia, Pinta exige
salir al jardín para luego subirse a la platabanda a cumplir con el mandato
eterno de los perros buenos…y me voy a dormir. Cepillada la trompa, dele mi
compa, a guindar sabroso. Ya, trasvasado a otra dimensión líquida y azul, desde
alguna vera extraña me saludan y yo vuelvo a preguntarme de dónde sale toda esta
gente que en mi puta vida he visto, pero déjame ilustrarte un poco.
En mis sueños, el cambio es
drástico, de pana. Mi casa es la misma de siempre, pero distinta. Las
guacharacas del patio no pegan lecos infernales en vías de amanecer. En medio
de este sueño mío, cantan la Quirpa Llanera del Quinteto Contrapunto, tú sabes:
“Güiripa lo llaman Quirpaaaa, óigalo bien, Quirpa joropo llaneroooo que lo
tocan en el arpa, que lo tocan en el arpa con maraca y guitarreroo”.
Yporáisevan las locas. Y en el pasillo que conduce a la Galería de fotos de los
Caídos -que son mis familiares que han partido- todos hablan de sus cuitas. Mi
abuelo paterno, insiste en que lo mataron en la entrada de la finca cual novela
mexicana y mi abuela Ignacia, la poeta, le cuenta a mi otra abuela, Anastasia,
cómo estuvo eso de esperar a Gardel en Caño Amarillo, cuando el artista llegó a
Caracas. Mi hermano Esdras me saluda
desde su imagen congelada de muchacho ingenuo y en medio de esa narcosis soporífera,
de pronto tocan el timbre. Es Pinta, pero de otra variedad como diría la
Torroja:
-Epale, Pintica. Pasa pa´dentro,
mija.
-Buenos días, hermano humano.
Chino, para más señas. Aprovecharé este no-tiempo que me otorga tu sueño para
hablarte sobre ciertas vainas que parece que aún no has advertido.
-… mucha solemnidad. Prefiero tu
guau y tu cola semoviente.
-Claro. La papita es lo que a ti
te gusta. La jodedera. Vamos a sentarnos en la sala y me preparas un café bien
cargado. He decidido convocarte perrunamente porque algo de perro has de tener,
según me cuentan. Procuraré que tu texto tenga mayor cohesión, no te preocupes.
Tú sabes… te pasas de maraca. Mira, quiero estar con alguien más que quiera
estar solo y …
-Ya empezamos. Me meto un taco
madrugante y llegas tú a filosofar y tal. ¿Eso último es de Coelho?
-No, chamo. Es de un tipo
llamado Dimitri Zaik. Lo que pasa es que tú crees que los perros no pensamos.
Que lo nuestro es puro ladrar. Y comer y cagar. La soledad amigo mío, es una
gran inversión que se debe aprovechar sin excusas. Desde la platabanda y sola
de bola con el más alto de los cielos, pienso, mientras veo frente a la casa
gente de a pie pelando la bola parejo y muy afanada. Preocupada pobre gente,
que pira y también suspira. Van y vienen esperando que las cosas cambien, pero
pocos se dan cuenta del rollo en que estamos metidos. Y tú viendo pechugas en
Tik Tok…¿preguntas antes de empezar?
-Digamos que me da mucha
curiosidad el tema.
-Bien, mi querido Chino. Espero
que esta vaina la lean bien dos o tres de tus panas. Verás: El primer ancestro
cánido documentado, es un lobo del tipo husky siberiano…no bosteces que esto es
serio, mi pana.
-Ajá, ajá.
-Mi punto es que estamos en la
Tierra primero que ustedes, mai frén. El primer ¡Guau! surgió de la garganta de
un dinosaurio. Échale coco. Y para el año 10.000 A.C, éramos manadas
incontables, mientras que los humanos para entonces, contaban sólo con un
millón de individuos. Una pinguita ahí. Y en este orden de ideas…
-Ah, coño, este sueño viene con
lugares comunes y todo...
-Qué pendejos son los humanos,
sinceramente. El mensaje es que…tengo que hacer un esfuerzo para que me
entiendas: De 10.000 A.C a 500 A.C, el brinco poblacional fue apoteósico:
llegaron a 100.000.000 sujetos y nosotros ahí, llevando leña con ustedes. En el
año I ya se habían inventado infinidad de religiones y vainas raras. Pero la
tiradera no cesó porque eso es muy rico: Existían 200.000.000 de ustedes para
el año 1 D.C. Como ves, en sólo 500 años duplicaron la cifra, pero eso no es
todo. Para 1750 habían en el mundo 791.000.000, y dos siglos después, es decir,
bien entrado el S. XX, a mediados de 1950, respiraban por todo el ancho globo,
la bicoca de 2.518.630.000 de seres humanos…hay que echarle bolas a esa vaina.
-Eso es que jode gente, la
verdad.
-¡Claro! Un salto cuántico de la
reproducción, la gozadera y la superación de muchas enfermedades los llevó a
6.070.501.000 para el año 2.000. Eméizin. ¿Para el 2020?: 7.800.124.000 de
bípedos inteligentes caminaban por ahí para 2020. ¿Ustedes en verdad creen que
no hay nadie estudiando semejante desastre o tomando decisiones radicales?. A
lo largo de la historia de la humanidad, ha habido muchos virus y enfermedades.
Pero, ¿Dónde has visto tú un virus con un comportamiento asesino? Si te pela el
chingo, te agarra el sinnariz. 127 millones de infectados en todo el mundo.
Casi 3 millones de muertos a causa del Covid. Y aquí en Venezuela, la tragedia
responde al mandato de un dictador que la usa y la usará con propósitos de
Control Social. Qué manguangua.
-Este texto comenzó con Lorenzo
Parachoques y mira adónde hemos llegado. El sueño es mío, pero verga vale. A
que le saltan por encima, voy.
-Tu peo. Termino aquí no sin
antes hablarte un poco del Universo 25, que es donde ustedes viven. Estamos
asistiendo a la dominación mundial por parte de unos cuántos, pero ustedes ni
se inmutan. En 1970, el etólogo John Calhoun tuvo la ocurrencia de
representarlos como ratas. El tipo metió cuatro pares de ellas en un ambiente
controlado: una jaula muy bien diseñada. Este grupo estaba provisto de agua y
de comida y sin depredadores a la vista. Todo iba chévere en el paraíso de las
ratas hasta que la cabina comenzó a quedarles pequeña cuando llegaron a la cota
de 2.200 miembros el día 600 del experimento ¿y luego qué pasó?
-Dime, Pinta. ¡Dime!
-La libertad. O mejor, la falta
de. Sin libertad, no hay quien prospere. A eso agrégale el drenaje conductual
que los lleva a la tremenda falla en la distribución de alimentos y
principalmente de la vacuna que no llega. Los animalitos aunque contaban con todo,
se fueron muriendo o comiéndose unos a otros. El espacio se redujo y nadie
quería tener sexo. Calhoun pudo determinar que existe sin duda alguna la muerte
social, que es la antesala de la muerte física, pero como dicen por ahí, tú no
estás preparado para escuchar esto… además, estás de cumple. Mejor, dejamos la
conversa para el próximo sueño. Es difícil asimilar que vivimos en un mundo
distópico y amoral en donde se enseñorea un virus que es aprovechado para poder
controlarlos. Demasiado para un tipo como tú. En el fondo, el ser humano no ha
traspasado los linderos de la primera cueva. O come o se lo comen. O mata o lo
matan. Ahí te la dejo. Despertarás al escuchar mis ladridos. Todo lo que te
digo quedará rodeado de neblinas, menos el mensaje. Te quiero Chino, y te deseo
que pronto seas libre del Universo 25.
-Gracias, Pinta. Viniste por la
goma.
He pasado hace relativamente poco tiempo la barrera esa
de no saber dónde fue que puse las putas llaves. Pana, muevo cielo y tierra y
nada. “Es que me las agarraron”, digo. En consecuencia, culpo a todo lo que se
mueva:
-Coñooo que no me toquen mis vainaaaaaas, ¡nojoda!
-Señor Chino, tenga sus llaves, dice Indira, que es la
señora que insiste en trabajar en mi casa, porque es terca o muy valiente. O
las dos cosas.
-Ahhhhh, ¿viste la vaina? ¡Ya aparecieron! ¿Y dónde
estaban?
-En el pantalón que se quitó ayer…
Responder no tiene caso. Tomo las llaves y me retiro del
lavandero discretamente como un novio ofendido en su amor propio.
Te digo que he rebasado esa alcabala memorial y me
adentro hasta llegar a otra decididamente más arrecha: Ver el frasco de
pastillas y no poder recordar en absoluto si ya me tomé la correspondiente. De
repente si, de repente no. Tipo Tin Marín. Sobre estas cosas reflexiono al día
siguiente por la mañanita. La memoria cortoplacista a veces me es muy esquiva y
la de larga data crece como la verdolaga o el caimito. Por ejemplo, puedo verme
junto a mis hermanos haciendo la fulana competencia del “Yo lo vi primero”. Me
refiero a los Volkswagen. No adviertes cuantos carros de estos hay por allí,
hasta que te fajas a contarlos desde un balcón, aturdido como estás por el
calor y por el no tener nada qué hacer. Te hartas, haces un conciliábulo con
tus hermanos y solicitas a la Directiva que los lleven de paseo. Exigencia
inaplazable de quien pide mejoras en el salario, una huelga de hermanitos
ladillados es la que va. Así que una tarde, nos llevaron al Parque Ayacucho, un
sitio maravilloso que tenía por protagonista principal la estatua ecuestre del
Gran Mariscal. Por allá, se arremolinan los cumanesitos alrededor del grupo
performancista “Viva la Gente”. Si. Están de visita en la ciudad. El mismo que
cantaba aquello de “las hay dondequiera que vas”. “Viva la Gente” fue un
verdadero suceso en la Venezuela setentosa y en el resto del mundo. Las
gráciles muchachas llevaban faldas sin blumers y no existía para ellas el
sostén, razón por la cual mis paisanitos se acercaban salivantes a las catiras
pulposas, como los yanomamis curiosos tocaban las barbas del hombre blanco allá
en el año catapum. En tremendo peo se metieron de policía y demás, pero
nosotros, a lo nuestro:
Pues que andábamos jodiendo tratando de atinarle a las
muchísimas del caballo de Sucre a punta e´mangos, pero la Directiva, (es decir,
nuestros padres) estaba ensimismada en las cosas que decía un señor grueso y de
mediana edad alrededor del cual se reunían muchas otras personas. Se trataba de
Chichón Peinado. Chichón, de quien me hice muy amigo mucho después, era el alma
del Parque Ayacucho en esas tardes de encuentros buenos y de esperar que las
brisas del río Manzanares revolotearan en completa libertad, y todo mundo con
su heladito Frapé en la mano. Las vainas salerosas que compartía el gran
cuentista que fue este pana, eran del tipo así:
-Para 1888, la ciudad aún no contaba con una estatua de
nuestro hermano, Antonio José. El día que la trajeron, mira, por allá por aquel
recodo del río, el barco de gran calado llamado “La Popa de Zamora” en el que
venía el general, tuvo que esperar un poco porque la policía investigaba el
hallazgo de la osamenta de un chino…(Chichón esperando la reacción. Nada)…para
1856 ya habían en Cumaná muchos chinos lavanderos que le echaban bola en las
riberas del Manzanares y pasados mas de treinta años, resulta compai, que el
día señalado para celebrar la llegada de la estatua, encontraron los huesos de
un chinito y la cosa se puso fea…
Y yo, que fui llamado por mi madre “Imprudencia” Alvarez
por todo el tiempo que duró mi infancia, tuve la osadía de interrumpir para
preguntar lo obvio:
-Ajá. ¿Y cómo sabían que era chino?
-Porque tenía una lumpia en el culooooooooo,
jajajajajaja, tronó Chichón Peinado. Mentira compaíto, -siguió entre risas- eso
es echando vaina, vale. Véngase catirito y bébase una Kola Glaciére conmigo.
Claro que el chiste me lo llevé a la escuela porque si a
mí me jodieron….
Los muchachos de “Viva la Gente” eran chamos sanos que llevaban un mensaje
de amor y de confraternidad por todo el ancho mundo. Sus temas eran simples y
atiborrados de gracia, como por ejemplo ese del “París se quema”, que con la E,
se convertía en “Perés se queme, se queme Perés” y así con la I o con la U.
Tenían además, uno dedicado al siglo XXI, época en que, según ellos, todo sería
coser y cantar. Pero quién lo diría. Llegamos al llegadero. Los locos se
adueñaron de la clínica…y todo ese bla bla bla. Para mi generación, que tuvo la
oportunidad de saltar de la televisión en blanco y negro a Netflix y de los
discos de acetato a los cartuchos y de aquí al cassette, al cd, a YouTube y así
y así, queda seguir peleando y advirtiendo, porque conocemos de otros mundos,
más ingenuos si tú quieres, pero mucho más felices. Es que habría menos gente
difícil, y mas gente con corazón. Y váyalo.
85Tú, José Pulido, Golcar
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http://www.xn--espaaescultura-tnb.es/es/obras_culturales/paraiso-perdido.html
El poema de John Milton, “El paraíso perdido”, se traslada al comic de la mano de Pablo Auladell.
Pablo Auladell ha llevado al cómic los 10.000 versos de “El paraíso perdido”, el poema que John Milton publicó en 1667 acerca del tema bíblico de la caída de Adán y Eva. Cuatro años más tarde y después de haber logrado publicarla, Pablo Auladell ha recibido el Premio Nacional de Cómic 2016. El jurado ha destacado el gran valor artístico y la gran fuerza visual en su recreación del clásico del poeta inglés del siglo XVII, John Milton. También han mencionado el tratamiento del color, el uso original de la iconografía de esta epopeya y la narrativa que consigue al mismo tiempo ser arquetípica y plenamente actual a través de los dibujos de cómic.
"Llevo toda la vida al borde de ser un ángel sin llegar a conseguirlo".